Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

¿Fa, es lejos en inglés y re, selvático animal?



¿Os acordáis de la película que incluye esta bella tonada? Si ya nos liábamos con el inglés, esta canción también nos jode el español.  Y no acaba ahí la cosa…realmente, ya empieza mal. En vez de poner el título de la película como es debido, el señor que se encargó de ¿traducir? El Sonido de la Música (título original en inglés), no se le ocurrió poner otra cosa que decir  ¿Y si ponemos Sonrisas y Lágrimas?  Y van y le hacen caso. Si la caga con el título ¿qué no se le ocurriría para joder todas las canciones también?  

Ahí te ves, hablando de cine con guiris y cambiando los títulos de las películas. Cuando me preguntaron unos amigos daneses si había visto The Sound of Music, yo les miré como las vacas al tren.  Ni idea de qué estaban hablando… hasta que me cantaron la cancioncilla y ahí estaba yo (presumiendo de saber de cine) y con mi mejor acento inglés de Carabanchel Bajo  (mucho más sofisticado que el Alto).  “Ah sí Smiles and tears!”. (No se os ocurra repetirlo si no queréis que se descojonen).

¿Y todo esto a qué viene?  Pues realmente no tiene mucha relación con lo que paso a relatar a continuación, o quizá un poco sí, pero sólo en parte.  El caso es que escuchando canciones viejunas en Spotify (según mi padre, el “putifai”), me he acordado de algunas en inglés que cantaba (o trataba de hacerlo) sin tener ni idea de lo que decían.  Ahora entiendo un poco más, pero tampoco mucho más, de lo que dicen.  De todas maneras hay algunas en español que tampoco las comprendo del todo (Georgie Dann, has hecho mucho daño, ¡mamón! Sólo tenéis que ver este ejemplo).  Os pongo la letra, no quiero torturaros con el vídeo.  



Pues eso, ¿Quién no ha cantado canciones en inglés diciendo únicamente forever and ever, “chugueder”?  También está el guachi, guachi, pero es menos sofisticado.  Cuando sabes lo que dicen, casi siempre te gustan menos.  ¿Habéis visto la letra traducida de alguna canción de los Beatles?  Aquí os dejo una.



Toma ya poesía. Y que conste que me encantan los Beatles, aunque no tanto como mi grupo preferido, los maravillosos Milli Vanilli (¡Qué voces! ¡Qué saber estar! ¡Qué sinvergüenzas!).  Estos son como la mayoría de nosotros al intentar cantar en inglés, mueves la boca, pero…  Al menos estos morenazos sabían bailar. Dentro vídeo, por si no os acordabais de ellos. 


Como iba diciendo, el Spotify te encuentra casi todo tipo de música. Hay hasta un concierto de El Fary en el Madison Square Garden con los “Airon Meiden”, o el álbum inédito de sevillanas de Leonard Cohen (con qué alegría canta el prenda) y no quiero olvidarme del disco de rancheras de Mick Jaeger.  Por cierto, si vais a buscar estos tesoros ya me los he bajado yo y seguro que ya no están. 

Al final Spotify es como el armario de la ropa.  Tienes mil camisas, camisetas, “jerseles” y 20 pantalones (si eres tía, son blusas.  ¡Qué palabra más horrorosa!), pero al final siempre te pones lo mismo.  Tienes toda la música a tu alcance, pero al final siempre escuchas las mismas canciones.  Sí, hasta esas que nunca confesarías que te gustan.  Las que no pondrías en el “radiocasete” del coche si vas acompañado.

Yo como soy un tío muy tolerante, respeto los gustos de todo el mundo.  ¿Habéis oído a alguien que diga que tiene mal gusto? Quitando a Pedro J. Ramírez y Agatha Ruiz de la Prada, claro está. En la música también, pero hay cosas que nunca pondría en las listas de mi “putifai”.  El heavy me resulta un poco cansino (tengo alergia al metal y esto es verídico), la Tuna (otros señores mayores con mallas y encima sólo tocan la pandereta y dan brincos), el Rap (hacer rimas mola, pero me gustó más el libro) y tampoco incluiría a los Secretos (para cosas tristes ya están los telediarios).

Las que siempre estarán en mis listas son “Chivirugüey” de los “Re Jot chili pepe” (cortesía de mi compañero Patri) 



Y por supuesto la versión búlgara del Ken Lee (sponsored by Carlos Arias, que me estará escuchando)
 



Bueno, chavales, después de este despliegue de canciones, inglés, putifay y otras hierbas, va siendo hora de cerrar el Chiringuito.

“Japy Niu Yiar”!  (que sepáis que está permitido felicitar el año hasta finales de enero, según fuentes bien informadas).

 

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