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Mostrando entradas de noviembre, 2019

Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

Andares, las Spice Girls y el crusaíto

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Hace unos días vi a las Spice Girls, a todas, y me acordé de uno de los motes más divertidos, e hijoputas, que he oído nunca. Tengo que aclarar que no me une ningún vínculo con ninguna de las cantantas. Las vi en la tele, que aquí hay que aclararlo todo. Hace mucho tiempo en una galaxia muy lejana había dos personas en la empresa en la que trabajaba. Había más gente, pero estos tenían una particularidad. Los dos eran cojos. Uno de la pierna derecha y otro de la izquierda. Palabrita del niño Jesús. A lo que vamos. Estos dos compañeros que iban juntos a todas partes eran conocidos como las Spice Girls por su cadencia armoniosa al caminar. Eso sí, cada uno por su lado para evitar accidentes. El cojo zurdo a la izquierda, y el diestro, a la derecha para no chocarse constantemente en su bamboleo, bambolea, porque mi vida yo la he aprendido a vivir así. También había muchas risas cuando iban juntos por un pasillo. Más de una vez se ha oído: “¡Cuidado con los extintores!”. Como s

Vamos a hablar del tiempo

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Con todas las cosas de las que hemos hablado (es un decir, porque aquí no hablo más que yo, que a veces pienso que sois muy tímidos), nunca habíamos dicho nada sobre el tiempo. Puede ser que no nos hayamos encontrado en ningún ascensor, que parece ser el foro más propicio para entablar una conversación sobre el tema. Aparte de para tener conversaciones en el ascensor, saber qué tiempo va a hacer es vital para saber que ponerte cuando salgas al espacio exterior (asomarte a la ventana no es siempre la mejor opción, aunque luego te pueda servir para ver a la chica de ayer y componer una canción). Otra utilidad muy útil, a la par que amena y divertida, es saber el tiempo que hace en sitios a los que no vas a ir nunca. Pero, aunque no vayas, es muy importante saber que a la Antártida no puedes ir sólo con unos pantalones cortos y con sandalias (aquí sí es preferible que sea con calcetines). Es posible ir, pero no es recomendable. Ni siquiera en verano a la hora de la siesta. Allí

En todas partes cuecen habas

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En todos los países del mundo pasan cosas parecidas. Puede que tengan al hombre del saco, o a la chica de la curva. Lo que pasa es que está en otra curva diferente. En unos lugares la curva es a la izquierda, en otros a la derecha. Ya os digo yo que la chica no es de centro. Como ya os conté en episodios anteriores del Cigarrito, lo que viene siendo un previously, ahora vivo en Suiza . Ya os adelanté algunas cosas sobre CH, Chuiza, o Confederación Helvética (nada que ver con un equipo sevillano que empieza por Er y termina por Beti). A lo que vamos. Que en Suiza también cuecen habas, pero ellos lo dicen en otro idioma. Hierbenfaben en alemán, Hervelejudié en francés o Cucinandofagioli en italiano. (No os pongáis exquisitos con la traducción porque ya os adelanto que me las he inventado todas). Podrías pensar que aquí sólo hay gente de mucho dinero, comiendo queso y chocolate, haciendo relojes y subiendo montañas. También las bajan, que ahí arriba hace un frío que pela.

La historia es terminable

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El título no tiene nada que ver con aquel libro de Michael Ende. O a lo mejor sí, porque cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.   ¡Cómo cambia la historia! Según quién te la cuente, las cosas pueden ser muy diferentes. Por ejemplo, a las perdices los finales felices no les hace ni puta gracia. En la mayoría de las historias hay guerras, ganadores, perdedores, buenos, malos, regulares, luces, sombras, gente con pocas luces, dragones… Y no todos ganan. Esto no es como después de las elecciones, que todos están contentos.   No tenía muy claro cómo titular este post. Historia interminable, terminable, exterminable… ¿Os imagináis un grupo de cucarachas contando su propia historia? “Tuvimos que enfrentarnos a muchos peligros. El mundo tal y como lo conocieron nuestros antepasados ya no es el mismo. Nuestros hermanos los escarabajos no sobrevivieron. Ni nuestras hermanas las mariquitas. Intentaron acabar con todas nosotras. A muchas nos arrancaron las dos patitas d