Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

Casi prefiero las mil palabras

La semana pasada os hablaba de las fotos que suele enseñar la gente. Por más que les digas que no, ellos la sacan. Antes era literal. La llevaban en la cartera y te mostraban la foto de sus tiernos infantes. O de su mujer. O marido. De los nietos. De un señor de Murcia. O de los nietos de un señor de Murcia. A ver si no tienen derecho los de Murcia a tener nietos y sacarles fotos. Aunque no seas de Murcia. También los extranjeros se pueden sacar fotos. No voy a discriminar a la gente porque no sean de aquí y quieran hacerse fotos.

Discriminar no, pero sí que voy a utilizar el blog para reinvindi, rivendic, quejarme sobre lo pesados que somos todos, todos, el señor de Murcia incluido, con las fotos. En Instagram, Facebook, Tiktok, Twitter, hasta en las noticias del tiempo. Muy cansinos. Fotos en la nube, nubes en las fotos, fotos nubladas…

¿Otro selfi?

En mi primera comunión (de la segunda ya no me acuerdo) me sacaron como mucho 100 fotos. También es cierto que no había teléfonos móviles (teléfonos sí, ¡cabrones!, pero no hacían fotos). Además, que era toda una movida lo de los carretes, revelar las fotos, que no salieran movidas, salir guapo…. Ahora no hace falta hacer la comunión para que te hagan fotos. Te las haces tú solo. Ni siquiera necesitas salir de casa. En el baño mismo. Y te haces 300 fotos esperando que en alguna salgas bien. Pon morritos, levanta el móvil, que no se vea en el espejo nada comprometido… salir guapo. Toda una movida. Casi prefiero hacer la comunión otra vez.

Ahora juntos

Juntos, un día entre dos, parece mucho más que un día. Juntos, amor para dos, amor en buena compañía. Cuando hay que hacerse un selfi entre dos, ya sí que parece mucho más que un día. Y ya no hay tanto amor. Que si vamos a repetirla porque he salido con los ojos cerrados. Tendrías que sonreír más. Péinate un poco. Pues anda que tu cara. Y así empiezan las movidas.

Mucho más juntos. ¿Y además sonriendo?

Estas fotos me encantan. Momentos inolvidables. Aquí está Pepe, Pepa, Pepito, Pepita…. ¿Y éste quién es? ¡Ah! Sí, el primo Jose. No, esa es la tía Josefa. ¿Cómo va a ser la tía si lleva corbata y tiene barba? El caso es que igual no eran momentos tan inolvidables. Y por qué tenemos que sonreír. Así no hay quién reconozca a algunas personas. Tienes que ser natural.

Hablando de naturaleza

Malditos bichos que no se paran para que les hagan la foto. A no ser que te de por especializarte en caracoles o en naturalezas muertas, los bichos no te lo ponen fácil. ¿Qué te cuesta pararte cinco segundos? No te digo yo que sonrías, pero quedarte quieto un momento. También podrías hacer un vídeo, pero esa es otra historia. Hoy hablamos de fotos. Cuando vayamos a setas, hablaremos de los Rolex… igual me he liado).


Plantas, árboles y otras naturalezas naturales

Ahora que llega el otoño se nos va a llenar todo de hojas. Literal. Todo el mundo a poner fotos de árboles con hojas amarillas, verdes, rojas, marrones… Hojas cayendo, hojas caídas, hojarasca… “Hojalá” no pongáis demasiadas… Perdón por el “herror”.

¿Por qué os hacéis fotos a los “pieses”?

Y peor aún ¿Por qué nos hacéis ver las fotos de vuestros pies? ¿Por qué tenemos que ver un pie? Y mucho menos los dos juntos. No he visto muchos páncreas. Es posible que no haya visto ninguno, pero seguro que son más bonitos que un pie. Lo primero que hicieron las civilizaciones antiguas fue calzarse. Se inventó la rueda, el fuego y los zapatos. ¿Para qué? ¿Para no enseñar los pies? No más pies. Ni siquiera un American Pie.

¡Qué lugar tan lugareño!

Seguro que a nadie se le ha ocurrido hacer una foto haciendo como que sujeta la torre de Pisa. ¡Qué gracioso! En esta parece que le estoy quitando la nariz a las esfinge. Y ella ni se inmuta. Es lo que tienen las esfinges. ¡Me mondo! Ahora voy a intentar hacer reír al soldado ese que lleva el pelo como Marge Simpson. ¡Qué golpes tienes!

Y antes de comer….

Espera, espera. ¿Qué se hace antes de comer? Además de bendecir estos alimentos que recibimos como dones de tu generosidad, hay que hacer la foto del plato. Y de lo que hay dentro del plato. No es una comida como dios manda sin su foto correspondiente. Estamos de acuerdo que los postres son los reyes de Instagram y que las lentejas no ganarían el premio de belleza, pero también son hijas del cocinero y merecen un respeto. Tan respetable es una magdalena como un muffin (la pariente guiri).

Y ahora un poco de ejercicio

¿Qué sentido tiene hacer ejercicio si no se entera todo el mundo? Ahí estás tú con tus mallas verdes, las zapatillas deportivas pronadoras supinadoras de última generación, la cinta en el pelo, calcetines que regulan la temperatura, tu botella de agua con su hidrógeno y su oxígeno oxigenado… Mucho mejor si te haces la foto antes de empezar a ejercitarte, que luego vienen las prisas y no sale bien la foto. ¡Sienta la cabeza!

¿Os he enseñado la luna lunera?

La luna no sale bien con un móvil. Es mucho mejor una farola. Y además a la farola te puedes arrimar. Que ahora también se puede ir a la luna, pero no te sale muy rentable para ir a hacer una foto. Pero ahí estamos, nos empeñamos en hacerla.

¿Sabes qué? Que hagáis lo que queráis. Si no salen bien los selfis de la luna, o las fotos de comida lugareña, esas fotos de los pies de la familia, allá vosotros. Yo también voy a seguir haciendo fotos a las cosas, a los bichos, a las personas humanas,  a las hojas, a las setas y a los Rolex.



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