Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

¿Qué opinión tenéis de las columnas?

Cuatrocientos sesenta posts (o postes) y aún no había escrito ninguna columna. Ni dórica, ni jónica, ni de las que ponen en los parkings (o parkingues) para joderte el coche. He publicado entrevistas, ensayos (poco ensayados), verso, prosa, ideas (casi todas más malas que Putin, que ya es ser malo), pero columnas, ninguna.

Y como las cosas hay que hacerlas bien, lo primero es estudiar cómo hacer una columna. Te vas a Google y pones ¿Cómo hacer una columna? Y ahí ya tienes por dónde empezar. Compra una hormigonera, ten espacio para ponerla, y más espacio para las columnas, vídeos de gente haciendo columnas, imágenes de edificios, ruinas ruinosas… Total, que no me ha servido de nada.

¿Creéis que me he rendido? Nunca. He seguido estudiando y preparando esta sección para vosotros. Que uno se debe a su público. Y he seguido buscando en Google y he ¿Cómo hacer columnas de las otras? Pero tampoco me ha servido demasiado. ¿Me he dado por vencido? Jamás.

Al final he tenido que leer algunos periódicos y ver diferentes columnas. Una columna, otra, y otra…  No os exagero si os digo que me he tirado más de 5 minutos leyendo. Todo por hacer las cosas cómo hay que hacerlas. El trabajo duro al final da sus frutos.

Lo primero es poner la foto del señor columnista. No vale cualquier imagen. No se puede poner una de cuerpo entero. Ni con la familia. Resulta que sólo se puede poner la cara, sujetándote las gafas, mirando al vacío, con el puño en la barbilla, pensando… ¿En qué estarán pensando?

Luego viene la parte de las palabras. ¿Cuántas? ¿Se pueden repetir? Hay columnistas que opinan poco y ponen 100 palabras. Hay otros que se lo curran un poco más y ya escriben 200. ¿Te puedes creer que llevo 300 y aún no he dicho nada?

Pero hay columnistas, de los de verdad. De los buenos, que opinan. De ahí lo de columna de opinión. Opinan cosas muy diferentes. Incluso de lo mismo, los columnistas piensan “distintamente”. Que si el presidente del Gobierno, de la Comunidad, o del portal es muy bueno, que es muy malo, que es regulín (igual no utilizan esta expresión). Otros se oponen a todo, que para eso están en la oposición.

A tope con los columnistos y columnistas que opinan lo mismo que yo. ¡Qué bien escribe! ¡Y qué razón tiene! ¡Qué elegancia! Pone los puntos sobre las “íses”, y las comas bien puestas, y hasta puntos y comas; que cada vez se ponen menos. Los que opinan diferente ya no me gustan tanto. ¿Cómo pueden opinar eso? ¡Es indignante! No deberían dejarle opinar nunca más. En ningún sitio.  ¡Que les cierren la columna!

El tema… Vamos a ver…. No podemos negar que la ceremonia de los óscares ha sido la hostia. El humor negro siempre triunfa. También podríamos hablar del precio del gas, o del combustible ¿Le seguirá gustando la gasolina a aquella muchacha de la canción? ¿La guerra de Ucrania? Me refiero a si escribo sobre la guerra de Ucrania, no si a la muchacha de la gasolina le gusta la guerra. Que a lo mejor sí.

¿Qué os parece si hablo de economía? ¿Que no tengo conocimientos? A ver si ahora para opinar hace falta ser experto en algo. Los economistos y economistas no dan ni una y ahí les tienen, todo el día opinando. Alguna vez acertarán. Como los periodistas deportivos con los fichajes. “Como habíamos adelantado, Fulanito ya es jugador del Fútbol Club Real Athletic”. Lo llevaban adelantando desde hace cinco años.

Otra cosa que funciona muy bien es meterte con alguien. Vale un ministro, una actriz, un futbolista, un cantante o con otro columnista.

Una cosa que he leído es no debería pasarme de las 600 palabras. ¿Sabéis qué? Que ya me he pasado.

Vamos a dejarlo aquí. Pero, si queréis opinar, adelante, que para eso es una columna de opinión.

 


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