Cifras y letras
Los que
somos de letras siempre tenemos una excusa cuando no nos sabemos la tabla de
multiplicar.
-¿Seis por Siete?
- Y tú con cara
de haber descubierto la fórmula de la Coca-Cola respondes: ¡37!
-¿Cómo?
-Jodé tío, es que yo soy de letras.
¿Os
imagináis un profe de matemáticas haciendo la siguiente pregunta en un examen?
(a lo mejor no hace falta tanta imaginación):
-“Hun tren zale de Sebilla acia Varcelona a 100
kilométros por ora.”
- Macho, vigila, la ortografía
- Es que yo soy de números
Ahora no voy
a entrar de quién es la culpa, pero seguro que Zapatero o Rajoy no andan muy
lejos. En mi caso, que soy de letras
odio los números. Y creo que es por
descarte y por vaguería. Letras hay ¿25? ¿28?, no lo tengo claro, pero pocas comparadas
con tanto número que a veces tiende a infinito. Las letras pueden ser finitas
si las escribes con bic naranja (no no voy a decir lo de bic cristal porque se
notaría demasiado que tengo más años que la peluca de Sara Montiel). Si hasta
los romanos que eran listos como ellos solos escribían con letras. Uve, palito,
palito VII=7. Si no es tan complicado.
Lo malo es
que en muchas ocasiones, muchas más de las que puedes pensar, no te queda más
remedio que utilizar los números. Para
llamar por teléfono, la tarjeta del crédito, el pin, tarjeta de Seguridad
Social, contraseñas para todo lo que utilizamos en Internet, los numeritos que
montan los políticos y pagar las letras del banco (qué irónico ¿no?).
¿Os acordáis
de cuando nos acórdabamos (a lo mejor tampoco soy tan bueno con las letras) de
los números de teléfono? Yo aún me sé de
memoria los números de mis amigos.
Bueno, el número de la casa de los padres de mis amigos. Incluso de
amigos de la infancia. Ahora, no es broma, no me sé ni el teléfono de
casa. Pierdo el móvil y sólo sabría
llamar al 091 (jodó, aquí ya se me ha visto la edad). Yo creo que el cerebro
(el de otros) es “múlisto” y dice. ¿Para qué voy a guardar esta información que
ya está apuntada en otro sitio? También
es verdad que antes sólo tenías que acordarte de 7 números (y el 91 delante si
llamabas desde fuera de Madrid) y en algunos casos de menos. Los teléfonos de
Tres Cantos empezaban por 803 y nos aprendíamos los otros cuatro restantes… y
aún así, tampoco era fácil (había más de 3 millones de combinaciones… ¿o no son
tantas?)
¿Y las
contraseñas? Sin exagerar, utilizo más
de 20. Exagerando más de dos millones, pero tampoco es plan de sacar la vena
andaluza. Suelo utilizar un patrón en el
que utilizo letras mayúsculas y “midrúsculas”, números, signos, un rabo de
tritón irisado y sangre de murciélago pirenáico (aquí me he pasado. No hace falta
que sea de los Pirineos, basta con que vuele).
Lo feliz que
era de pequeño cuando no tenía más que aprenderme las cuatro reglas, cinco si
contamos la regla de tres, que los libros tenían las páginas numeradas y el
dorsal de los jugadores de fútbol, del 1 al 15. Luego vinieron los señores del
Marketing (que todo lo hacen para complicar la vida al resto de los mortales) y
los de la NBA a poner números del 1 al 100 en las camisetas. ¿Paqué? Para joder a los de letras, no hay
duda.
Luego ya se
van complicando las cosas y tienes que aprender las raíces cuadradas, las
permutaciones de 10 elementos cuando n tiende en la terraza, el conjunto vacío
(algo así como Milli Vanilli), etc. Y
otra vez me vuelvo a preguntar. ¿Y todo
esto para qué? Si luego suelo usar la regla de tres, la suma con los dedos y
poco más. ¡Qué puta obsesión con
encontrar la X!. Si ya sé dónde está, y
luego la encuentras y cada vez vale una cantidad distinta. Todo por joder.
También
estaba lo del tren que sale de cualquier ciudad, que solía ser Barcelona, y el
otro tren, que podía partir desde Cádiz
y había que calcular dónde se encontrarían. Ahora con el “Internez” todo es
mucho más fácil. Te vas a la web de
Renfe y lo miras (y si te funciona me dices. Serías el primero en conseguir ver
algo en esa puta web). O lo de tiro un
proyectil con una inclinación de X grados.
¿No te han dicho que tirar cosas está muy feo? Pues no hay más que
hablar.
Lo más
parecido a los números que necesito en el trabajo es mi querido (por los
cojones) Excel. Dicen que se ha creado
para facilitarnos la vida, pero yo no paso de la autosuma y del promedio. Todo
lo demás no vale para nada. ¿Para qué
quiero saber el coseno, la hipotenusa y demás puñetas? Lo de hallar el seno tiene su explicación (el humor cacaculopedopis nunca me ha ido demasiado, ¡Qué coño! TETAS), pero aparte de para mejorar
tus habilidades sexuales y saber qué estás tocando, no se me ocurre para qué
otra cosa puede servir. Lo de la tangente, para un político, también está bien,
ya sabes por dónde salirte.
Y si hay un
ejemplo claro de personas que no saben contar son las madres. Ella te pregunta. ¿Cuántas “almondigas” quieres? Da igual lo
que le contestes que te van a echar X al cuadrado cuando las bolas de carne tienden
a salirse del plato.
Yo creo que
ya os habéis hecho una idea de mis conocimientos matemáticos. Cero elevado al
cubo (que creo que es poco, pero no estoy seguro). Ahora sin más “dilatación”,
paso a fumarme, uno y sólo un cigarrito, y ya si eso, me voy a la cama.
Tío yo también me acuerdo de los números de teléfono de mis amigos. Y lo que es más, de la melodía que hacían los tonos al marcar. Los números de ahora me sé algunos pero al no marcarlos cada vez y ligarlos a un sonsoniquete no se me quedan en la memoria, jajaa.
ResponderEliminarEso es porque somos tíos. Tenemos una habilidad especial para acordarnos de gilipolleces :-)
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