Blog de Javier Merchán. Ríete tú de las fake news de Donald Trump. Me invento todos los contenidos, pero no espero que nadie se los crea.
Escribo sobre cosas importantes sin tomármelas en serio.
¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He
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Inmigrante agrede verbalmente a pacífico suizo o no.
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Un buen titular tiene que cumplir unas características. Los titulares, a
diferencia de los suplentes, tienen que ser buenos. No hace falta que sean
verdad. Sería aconsejable, pero no es estrictamente necesario. No tienes más
que ver los titulares de algunos periódicos.
Si hablas con el señor suizo presuntamente agredido el titular es veraz. Si
hablas con el inmigrante, es totalmente falaz. El titular y el suizo, ambos dos
falaces a más no poder. Y tampoco era pacífico. Y es probable que tampoco fuera
suizo.
Jueves 21 de Mayo, día de la ascensión de la Virgen. No es que tenga muy
controlado el día que asciende la virgen, pero es que es fiesta en Suiza. Así
son de caprichosos aquí. No celebran el Dia de la Inmaculada, ni la
Constitución (con lo que se pierden un puente de escándalo) pero celebran que
suba la Virgen. Yo, cuando subió el Atleti, también lo celebré. Perdón por la
irreverencia.
Como iba diciendo, era día de fiesta y me dispuse a dar una vuelta
aprovechando la buena temperatura y que en Suiza no hay horario para salir a
hacer deporte. Sólo tienes que guardar la distancia. Aunque no lo digan,
también se aconseja que no cojas caramelos de extraños, y si te ofrecen drogas,
no las aceptes (a no ser que sea una oferta que no puedas rechazar).
Seguimos. 11 de la mañana, día 21 de mayo. Exterior Suiza. Inmigrante
español (os recuerdo que soy yo) caminando por un sendero (el mismo que podéis
ver en la foto de debajo). A unos 50 metros delante de mí, camina una persona
humana (no voy a discriminar por razón de sexo, pero creo que es un hombre). A
medida que voy caminando, me aproximo al sujeto en cuestión. No os voy a explicar
la teoría de la relatividad, pero mi velocidad es relativamente mayor a la del
individuo y de ahí que me aproxime a él a medida que pasa el tiempo.
Esta zona suele estar vacía, pero siempre te puedes encontrar a un par de
personas paseando un perro, o dos… que tampoco vamos a discriminar a los
perros. El día 21 de mayo había más personas en la zona que cualquier otro día.
No hice la cuenta exactamente, pero pongamos que había 5 personas y 10 perros. También
hay vacas en la zona, pero no vamos a contabilizar a toda la fauna y flora de
la zona. Ahora sí que estoy discriminando.
Cuando ya estaba a unos 10 metros del señor (ya puedo asegurar que es una
persona humana del género masculino), se paró y se quedó mirando al resto de
gente. Yo, me eché a un lado y seguí caminando mientras intentaba esquivar al señor
y guardar la distancia.
El señor se dirigió a mí en perfecto alemán. No puedo asegurar si era
perfecto o no, pero alemán era. Yo que seguía intentando esquivar gente y
guardando la distancia, además de ir escuchando música, me quité los cascos y
comenzamos una conversación. Traduciré del inglés al español, y fue tal que
así.
Yo: Sorry?
Señor Suizo:(a partir de ahora SS, y gritando) ¡Guarda la distancia! Cuando camines, tienes que guardar la distancia
Yo: Y eso hago. De hecho estoy a 5 metros.
SS: No es verdad, estás a menos distancia. Además, aquí
hay mucha gente.
Yo: ¿Qué quiere que haga? Lo que no tiene que hacer es
pararse en medio.
SS: Menudo comportamiento de mierda.
Yo:Por favor,
siga andando. Está molestando a los demás.
SS: Imbécil. Guarda la distancia (yo ya había cruzado una
carretera y me encontraba a más de 20 metros… Él estaba intentando cruzar y
casi la atropella un coche).
Y así, acabo mi conversación con el señor. Yo seguí caminando y no he
vuelto a ver al señor. Entonces, ¿De dónde he sacado el titular?... Como tengo
mucha imaginación para las chorradas, me imagino que este señor tiene un blog y
está contando la historia, desde su punto de vista.
Lo ideal sería escribir con letra Helvética, para diferenciarlo de mi
versión, pero vamos a intentarlo con la misma fuente.
Iba yo caminando a buen ritmo. No puedo afirmarlo, pero creo que casi a
velocidad de récord del mundo, cuando llegué a ese punto donde la gente sale a
pasear con sus perros. Maldita gente y malditos perros.
Millones de perros y cienes de personas me bloquearon el paso. De repente, salió
de la nada un inmigrante y se situó a una distancia poco recomendable en estos
tiempos de pandemia mundial.
Amablemente, me dispuse a advertirle de su falta al cumplir la distancia
apropiada. Estaba a unos 5 metros de mí. Cuando claramente debería haber sido
un kilómetro y medio como dicen las autoridades. Ratificando mi suposición de
que estábamos ante un inmigrante, no entendió mi solicitud de guardar la
distancia en nuestro idioma. Para más inri, llevaba música puesta. Seguro que
era un hippy que escuchaba música yeyé.
Cuando se quitó los cascos, me miró desafiante y me dijo. Sorry? La
conversación fue la siguiente (él la escribe en alemán, pero os traduzco
también).
Yo: ¡Guarda la distancia! Cuando camines, tienes que
guardar la distancia.
YY: (a partir de ahora Yeyé de mierda y sin pararse a
hablar conmigo como debería haber hecho). Y eso hago. De hecho estoy a 5
metros.
SS: No es verdad, estás a menos distancia (Estaba
claramente a 4 metros 95 centímetros) Además, aquí hay mucha gente. (Eso era un
hecho incuestionable y probablemente no eran todos suizos y personas de bien).
YY: ¿Qué quiere que haga? Lo que no tiene que hacer es
pararse en medio.
Yo: (Me estaba diciendo uno de fuera lo que tenía que
hacer en mi propio país): Menudo comportamiento de mierda.
YY:Por favor, siga
andando. Está molestando a los demás.
Yo: ¡Imbécil! (era también un hecho incuestionable). ¡Guarda
la distancia! (es cierto que estaba al otro lado de la carretera pero aún no
era el kilómetro y medio necesario).
Indignante ¿verdad? Lo pondré en conocimiento de las autoridades, la
policía, y hasta la guardia suiza, la que está en el Vaticano custodiando al
Papa de Roma. ¿Qué es esto de ir andando tranquilamente y que alguien te agreda con alevosía y sin nocturnidad?
Quizá haya exagerado un poco con el titular y con la versión del señor
suizo (la conversación fue como os la he contado, pero las anotaciones son una
versión traducida y siempre es bueno echar la culpa al traductor.
El caso es que nadie ha resultado dañado en la realización de este post y espero que el señor suizo se encuentre en perfecto estado y tanto él como su familia gocen de buena salud. Sin otro particular, se despide atentamente. Un yeyé.
A veces, cuando me pongo a pensar sobre qué escribir en el blog, se me ocurren muchas cosas. Luego me doy cuenta de que alguien ya ha escrito sobre ello, y el cabrón o cabrona lo ha hecho mejor. Otras veces tengo una idea y cuando llevo un buen rato escribiendo, me digo “pero si de esto ya he hecho un post”. Y otras veces, directamente no pienso. Esta vez voy a escribir sobre cosas que ya se han escrito. Pero vamos a hacerlo de otra manera. Y os explico por qué. Pues “resultadeque” estaba leyendo una crítica de una película y no terminé de entender si me estaban recomendando verla, si era muy mala, o me comprara un Opel Corsa. No comprendí nada. Yo creo que los críticos de cine, como escriben a oscuras en la sala de cine, pues luego no entienden lo que han puesto y tienen que inventar, y de ahí lo de “la levedad inescrutable del personaje tiene connotaciones que nos recuerdan el sufrimiento crónico de la sociedad en un ambiente que recela de todo…” Y ahí estás tú l
Esta semana no me voy a meter con las cosas religiosas, a pesar del título (y de que a veces te ponen las cosas a huevo). Aunque los que pintan algo en la iglesia (no me refiero a la señora que hizo el garabato en Borja), se metan en las cosas de los demás, no lo voy a hacer yo. No hagas a los demás que te hagan como yo quiero al prójimo… (Creo que es algo parecido, pero es que ese día me cambié a Ética y me perdí la clase de “Reli”). Esta semana os quería hablar sobre los nombres. Pero no el nombre del padre o del hijo (de verdad que hay nombres de hijos que son para matar al padre y para que le dé un ataque al Espíritu Santo. No tenéis más que pensar en algún Kevin Costner de Jesús, “Yosuas” y Samantas). Hablaremos de los nombres comunes. Hay padres hijos de… Porque vamos a ver ¿Quién pone el nombre de las cosas? A los animales, a las flores, a las ciudades… ¿Dónde está el responsable? ¿Con quién hay que hablar para que se ponga orden? ¿Y qué es este sindiós de
Oscar, Goya y otros señores que dan premios a los peliculeros El otro día estuve viendo (ya, ya sé que esta es la típica forma de empezar un monólogo, pero es que así fue) la gala de los Goya y me detuví (¿O se dice detenguí?) a pensar. No me pasa muchas veces. Lo de detenerme sí, me refiero a lo de pensar. Y pensé que todas estas galas, los Goya, Oscars y todos estos señores que se dedican a dar premios, son muy similares, por no decir parecidas (o como se diga). Sale una señora, o un señor, a presentar la gala. Y canta, y baila, y cuenta chistes, y sonríe, y habla con el público y se mete con las autoridades competentes y otra vez a sonreír. Y volver a presentar a gente que entrega los premios al mejor guion, a la mejor actriz, la mejor iluminación, y la música más original, a la música menos original y así hasta que eligen la mejor película. Todo ello votado por los señores de una Academia. Y cada vez es una academia distinta. Y son academias que no conoce nadie, ni siqui
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