Blog de Javier Merchán. Ríete tú de las fake news de Donald Trump. Me invento todos los contenidos, pero no espero que nadie se los crea.
Escribo sobre cosas importantes sin tomármelas en serio.
¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He
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El vídeo del mono, los romanos y minutos musicales
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Repasando los últimos post, me he dado cuenta de que no he hecho otra cosa que hablar del único tema. Más de dos meses leyendo, viendo noticias, escuchando, discutiendo, intentando entender…
Yo por lo menos, voy a darnos (a vosotros y a mí mismo) un descanso. ¿Os acordáis de aquellos minutos musicales que ponían cuando se iba la señal de TV? ¿O cuando ponían cine mudo para rellenar la programación? Palabrita del niño Jesús. Eran aquellos tiempos en los que sólo había una televisión.
En realidad, había más de una televisión. No es que tuviéramos que compartir la misma en todo el mundo. Los americanos tenían más teles, que para eso siempre han sido muy suyos. Con nombres muy fáciles de aprender, NBC, ESPN, KBNZTV, (más que cadenas de televisión, parecen las letras que tienes que poner para demostrar que no eres un robot).
El caso es que, en España, por lo menos, hubo un momento en el que sólo había una cadena de televisión. Me hubiera gustado veros encerrados en casa con una sola cadena… al final más de uno se hubiera colgado de ella. Pero de eso ya os hablé hace tiempo. Más de 8 años ya de este post.
Recorte de ABC de la programación de diciembre de 1973
Quiero que el post de hoy también sirva como esos momentos musicales y hablemos de otras cosas. Aunque sea todo mezclado como el título del post. El mono, los romanos y minutos musicales. Todo mezclado, no agitado, como los cubatas de Bond, James Bond.
Un mono en moto
Si no habéis visto el vídeo todavía, os lo pongo y luego comentamos. Para que hablemos todos con conocimiento de causa.
Sí, yo también tengo muchas preguntas. ¿Qué cojones hace un mono en moto? ¿Quién le ha enseñado a conducir? ¿Tendrá licencia? ¿Cómo es posible que un mono se haya podido pagar una moto? Y si la ha robado, ¿A quién?
¿De qué tamaño será el coche del mono? ¿Un mono volumen? ¡Perdón! Vale, me callo ya con el tema de los vehículos del mono. Pero no acaban aquí las preguntas. ¿Por qué engancha al tierno infante? ¿O es infanta? Que igual el mono es muy espabilado para montar en moto pero pensaba que era un juguete… Todo muy extraño. El mundo de los monos es todo un misterio. Igual no son tan parecidos a nosotros… ¿O sí? A este le gusta tocar los huevos… Como a muchos humanos.
Pero no sólo el humano tiene una actitud extraña. ¿Os imagináis que un mono intenta secuestrar a tu hijo? No, no contestéis, que seguro que alguno después de haber estado en casa dos meses con los niños, pagaría al mono para que se quedara con sus hijos. ¿Y la pachorra del señor que va a "regañar" al monete? Tampoco es que se mate a correr para recuperar al niño. ¡Va andando! Ni siquiera a la velocidad de los paseos de Rajoy. Nada, con toda tranquilidad y señalando al mono como un árbitro cuando pita un penalti. Bueno, también hay árbitros que sobreactúan.
Los romanos ¿Por qué?
En esos momentos de desconexión, después de ver al mono, me puse a leer un libro sobre romanos y romanas. Pero los romanos de antes. No los de ahora, que tampoco pueden salir de casa. Los de antes salían mucho más.
No me voy a poner a valorar si están demasiado juntos, o si deberían tomar medidas de distanciamiento. Un romano cada dos metros. Separen sus trompetillas, y antes de cargarse un gladiador, lávense las manos. Después también. Lo que sí quería compartir con vosotros son otras preguntas que me vienen a la cabeza.
¿Habéis estado en Roma en invierno? Allí no hace tiempo para ir con una túnica y unas sandalias. ¿Hacía mejor tiempo en aquella época? ¿No se ponían ni siquiera calcetines con esas chanclas?
Vale. Es posible que hubiera sandalias de verano y de invierno. Pero es que estos no se quedaban en Roma. Estos se iban a conquistar el mundo mundial. En Segovia refresca en enero y seguro que los señores que estaban con el acueducto se pondrían una rebeca encima de la túnica.
A Rusia no llegaron, que ahí sí que hace rasca. Pero imagínatelos en Londres, con su parapluvium para que no les moje la lluvia. O en Macedonia, tomando yogures. Donde los dálmatas puede que hiciera buen tiempo, y seguro que había más de 101. Aunque también habría zonas de calor, como en la Bética. ¡Qué partidos habría en esa época, entre la Bética y la Penibética! Y la Champions League, con el República (aún no existía lo de Real) Magerit, el Fútbol Club Barcino, El Lutecia Saint Germain, el Atlético Rómulo, el Deportivo Remo….
Otra cosa de los romanos es que nacían donde querían. Como los de Bilbao, pero en romano. Que estaban en Hispania, Lusitania, Bizancio, o Constantinopla, o Estambul (y luego os quejáis de que cambien el nombre de vuestra calle. Ya me imagino a los carteros locos, intentando recordar los nombres de las ciudades).
¿Sabíais que hay algunos césares españoles? No, no son los que nacieron por cesárea. Tenemos a Trajano, Teodosio (que además de Emperador, o pez espada, podría regentar perfectamente una carnicería en cualquier pueblo de Toledo, con ese nombre) y Adriano… Aunque no se sabe a ciencia cierta si nació en Roma o en Sevilla. Podríamos tirar de historia y ver si le quedaban mejor los macarrones o el gazpacho. ¿O los calamares a la romana con un rebujito?
Hablando de comida. Siempre salen en las películas comiendo uvas y poniéndose finos de vino. No les veo yo comiendo pizza, o espaguetis. Ahí falla algo… Eso sí, todo con las manos, ni cucharas, ni cuchillos o tridentes. Incluso los patricios, que eran los ricos.
Ya hemos hablado del mono, de los romanos, y para seguir con el orden, vamos con los minutos musicales. Pero pocos minutos, que hay que ir terminando. Si sólo pudierais escuchar una canción todo el rato, tipo Resistiré, pero en bien. ¿Cuál elegirías? Yo te dejo la mía.
Me faltan los otros tres colegas de George Harrison, pero esta versión está subtitulada para que se le entienda más clarito. ¡Gracias por dejarme pasar un rato con vosotros hablando de monos, romanos y cantando una canción de los Beatles!
A veces, cuando me pongo a pensar sobre qué escribir en el blog, se me ocurren muchas cosas. Luego me doy cuenta de que alguien ya ha escrito sobre ello, y el cabrón o cabrona lo ha hecho mejor. Otras veces tengo una idea y cuando llevo un buen rato escribiendo, me digo “pero si de esto ya he hecho un post”. Y otras veces, directamente no pienso. Esta vez voy a escribir sobre cosas que ya se han escrito. Pero vamos a hacerlo de otra manera. Y os explico por qué. Pues “resultadeque” estaba leyendo una crítica de una película y no terminé de entender si me estaban recomendando verla, si era muy mala, o me comprara un Opel Corsa. No comprendí nada. Yo creo que los críticos de cine, como escriben a oscuras en la sala de cine, pues luego no entienden lo que han puesto y tienen que inventar, y de ahí lo de “la levedad inescrutable del personaje tiene connotaciones que nos recuerdan el sufrimiento crónico de la sociedad en un ambiente que recela de todo…” Y ahí estás tú l
Esta semana no me voy a meter con las cosas religiosas, a pesar del título (y de que a veces te ponen las cosas a huevo). Aunque los que pintan algo en la iglesia (no me refiero a la señora que hizo el garabato en Borja), se metan en las cosas de los demás, no lo voy a hacer yo. No hagas a los demás que te hagan como yo quiero al prójimo… (Creo que es algo parecido, pero es que ese día me cambié a Ética y me perdí la clase de “Reli”). Esta semana os quería hablar sobre los nombres. Pero no el nombre del padre o del hijo (de verdad que hay nombres de hijos que son para matar al padre y para que le dé un ataque al Espíritu Santo. No tenéis más que pensar en algún Kevin Costner de Jesús, “Yosuas” y Samantas). Hablaremos de los nombres comunes. Hay padres hijos de… Porque vamos a ver ¿Quién pone el nombre de las cosas? A los animales, a las flores, a las ciudades… ¿Dónde está el responsable? ¿Con quién hay que hablar para que se ponga orden? ¿Y qué es este sindiós de
¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He
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