Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

La que sigue liando el pollito o siempre hay cosas peores

En los informativos de todas las cadenas de TV y de radio de todos los países hay una sección sobre Trump. En cada lugar se llamará de una manera, pero yo la llamaré “la que sigue liando el pollito”. A lo mejor en inglés la llaman What the fuck?, Little chicken?, o en francés, “Le petite poulet est tres malade dan la tête”, y en alemán, “Die polliten ist grossen enfermen, notejoden”. La traducción puede que no sea la más correcta.


Y es que el señor con el pelo color patito de goma, no para de liarla. Cuando no hace que suba el pan, hace que baje la bolsa, destituye a gente, pone a su hija a currar por él, y al yerno a arreglar el problema de Oriente Medio. Así, en dos patadas, como se arreglan las cosas, sin medias tintas… lo único es que no arregla nada.


La última del pollito de California (o de dónde sea este pollo) ha sido que bueno, que sí que hay nazis, pero que los que no son nazis también la lían… que tampoco son muy buenos Y ahí sí que hay que darle la razón, hay gente muy mala que no tiene porqué ser nazi. Y de eso vamos a hablar, de gente que es muy mala.



Quizá debería avisar que esto es sólo una broma… No vaya a ser que venga el señor Trump o cualquier otro pollito y me la líe. Aunque ya hablamos de algunos malos, más concretamente 33 tipos de malos malísimos, los malos nunca descansan y siempre hay más. Allá vamos.


Los que lo arreglan todo en dos patadas

Pocas veces, a no ser que seas Bruce Lee o futbolista, se solucionan las cosas en dos patadas, o “patás” que es como se suele expresar el que resuelve las cosas así. Cuando una televisión se veía mal, se le daba un golpecito, y ya, pero ahora nada, hay que razonar con la tele, convencerla de que se “sintocine” bien o apagar y volver a encender. Pero todavía hay algunos que pretenden que las cosas vuelvan a funcionar (o lo que ellos piensan que es arreglar) a golpes. Y a veces arreglan cosas que no están rotas, El famoso, “no toques, no toques, ¿paquécojones has tocao?”.


Los que te dan golpecitos

Estos son de la peor especie. No saben hablar sin darte golpecitos. Para que les hagas caso, para que muestres conformidad con lo que dicen, para que les des la razón, para convencerte de algo, para, para, ¡PARA YA!


Sólo estoy mirando

Me imagino a los dependientes de las tiendas muy felices con esta gente. Miran el precio, se prueban esa chaquetita ideal de la muerte, o doscientos pantalones que les hace el culo gordo (no, macho, no es cosa de los pantalones), revuelven los doscientos “jerseises” para ver todas las tallas, y cuándo les preguntan si necesitan ayuda, nada, no necesitan ayuda. Sólo están mirando. 


No se admiten quejas

Con algunos deberíamos tener un cartelito preparado prohibiendo las quejas. Y es que todos les molesta, el frío, el calor, el entretiempo (que es cuando te pones la Rebequita), la lluvia, el sol, estar en casa, salir…  Y todo les aburre. Se aburren hasta de ellos mismos, y como no se aguantan, pues eso, que son inaguantables. Condeno la violencia en todas sus expresiones, pero es que hay veces que…


Me gustaría sentarme, pero…

¿Habéis oído hablar del “manspreading”? Consiste en que un señor con los huevos muy gordos, necesita, al menos dos asientos para acomodar los testículos, y ya de paso, sentarse él también. Puede darse el caso de señoras que sufran de la misma enfermedad, pero son casos aislados. A lo mejor este sí es un ejemplo de que las cosas se pueden arreglar en dos patadas… Pero sigo condenando la violencia.


Los que hablan a gritos por el móvil

Igual me estoy quejando un poco de todo ¿no? Pero ya que estamos, vamos a seguir con estas personas malérrimas. Probablemente no saben que el teléfono tiene ya un altavoz incorporado y que las ondas sonoras ya se encargan de que la persona que está al otro lado del aparato te oiga… Y los del otro lado, no somos el resto del mundo. No necesitamos saber si vas a comprar acciones, si tienes un briefing, un meeting, un sporting, o lo que quiera que tengas.


Los que se mean fuera

No hay justificación posible. Si la tienes muy larga, estás más cerca y las posibilidades de no acertar se reducen drásticamente. O sea, que ya sabemos por qué te meas fuera. Ya verás como para la próxima tienes más cuidado.


¿Por qué tantos mensajes?

Eso sí que es maldad. ¿Por qué me mandas 10 mensajes  de Whatsapp para decirme?

Sólo
Te
Escribo
Para
Preguntarte
Qué
Tal
Vas
Todo
Bien?

Y ya para rematarlo te mandan la flamenca, un beso, una sonrisa. Y a veces hasta llaman para ver si has recibido el mensaje. Al infierno de los que mandan muchos mensajes van a ir. 


El silbidito

Imagínate que estás junto al que ha recibido los 10 mensajes, la flamenca, el beso, la sonrisa… Y todo ello acompañado del silbidito. ¡Habrá que llamar a la superabuela justiciera!


Los malos del cine

No me refiero a Darth Vader o a los supervillanos de las películas. Son los que hablan durante la película, y se la cuentan al de al lado, que probablemente no necesita que le digan lo que está viendo, o lo que va a pasar. También están los que comen palomitas como si fuera el monstruo de las galletas… todas al suelo.


Los que están ¿Contigo?

Puedo entender que necesites mirar el móvil, pero ¿Todo el tiempo? ¿A todas horas? Sólo falta que me envíes un mensaje para preguntarme cómo estoy. Que estoy aquí, contigo.  Ya mirarás “twinstafacegram” más tarde. Anda, ¡Dame un abrazo, que te perdono!


Los abusones

¿Qué es eso de meterte con los más pequeños? O con los más grandes, o con los de talla :-). No está bien meterte con nadie.  


Odiosos sin fronteras

Los más malos de todos. Los que odian a otros porque piensan diferente o porque creen en cosas distintas, o por el color de la piel (no quiero ver a los del “Kú kú Trás Trás” en Benidorm a finales de agosto…) no dejan títere sin cabeza. O gambas, aunque a estos seguro que no les gustan las gambas…


¿Os vais a portar bien? Pues eso, que os mando a una madre con una zapatilla y se os quita la tontería a todos. A ti también, pollito.





Comentarios

  1. Pues puede que tengas razón hay gente muy dificil, menos mal, que al final nos divertimos un pco con sus rarezas.

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