Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

Gente que va a las bodas. Capítulo II, los señores que aunque no quieran, van

En el capítulo anterior os contaba la clase de mujeres que van a las bodas. Te preguntarás si a las bodas que voy, no hay hombres. Los hay, y aunque algunos no quieran ir, van.


En esta segunda parte, vamos a hablar de los señores, los que comen naranjitas y limones (o eso dice la canción, ¿Dónde cojones están esos señores que comen esas mierdas?).


Vamos al lío. Lo hacemos cortito, para que puedas llevarte la chuleta y reconocer a todos los señores que hay en las bodas. Los 11 principales, como un equipo de fútbol.


Con el número uno…

El asustao

En casi todas las bodas puedes encontrarte a un tío vestido, casi siempre van vestidos, a la puerta de la iglesia con cara de acojonao. Es el novio. Te digo por si vas por la parte de la novia y aún no conoces al señor que se va a casar. Pues es ése. El que está rodeado de gente sonriendo y él intenta hacer algo parecido. Lo intenta, pero no le sale. Es como esos presentadores del tiempo que les sacan para demostrar que en la calle están a 10 grados bajo cero. Y ellos intentan ser profesionales y dar la crónica. Pero no les sale y los músculos de la cara no le obedecen.  Esa es la cara del señor que luego dirá que es el día más feliz de su vida.


El hermano

Da igual que sea hermano del novio o de la novia. Le han nombrado relaciones públicas de la boda. Tiene que saludar a todo el mundo, incluso aunque no sepa quiénes son los invitados. Se han dado casos de hermanos que se han equivocado de boda y siguen dando la mano, abrazos y besos a todo el que se cruce por su camino. Y así, desde una semana antes de la boda, hasta que los novios se vayan de luna de miel. No está pagado ese trabajo. Y siempre con una sonrisa, como las azafatas del cupón de la ONCE, pero con traje de novio de boda.


El ahorcado

Suelen ser jóvenes a los que el cuello aún no se les ha hecho para llevar corbata o camisas de cuello duro. Pasan toda la boda, en la iglesia o en el juzgado, luchando con la corbata. Suelen ir acompañados por un personaje femenino que se pasa la boda haciéndole señas para que deje de tocarse (seguimos hablando de la corbata). Ya puede ser su madre, o su pareja. No ven el momento de desabrocharse el nudo y el botón de la camisa. Si les dan a elegir entre todo el oro del mundo o quitarse la corbata y la chaqueta, te preguntarán que si pueden quitarse las dos cosas a la vez.


El del traje de otro

No os habéis dado cuenta de que siempre hay alguien que llega con el traje de otro. Siempre es alguien más alto, o más bajo, o más gordo, o más delgado. Se vé que el traje no está hecho para él. Pero ahí le tienes, aguantando como un campeón. Pero todos sabemos que no es tuyo... Es como llevar una peluca. El "pelucado" piensa que no nos damos cuenta, pero...


El del mismo traje

20 años más tarde y 50 bodas después, ahí le tienes. El mismo traje. No ha pasado de moda. El traje sí. Es el señor el que no ha pasado de moda. Con cambiar la camisa y la corbata, todo vale. Lo difícil es no cambiar de peso durante tanto tiempo. Pues este señor, que suelen ser enjutos (no mojamutos), sigue igual.


El chuzo

Puede ser que no esté acostumbrado a beber, o que haya bebido tanto que da igual el entrenamiento que tenga. El caso es que es incapaz de hacer los 20 metros lisos. Necesita una carretera más ancha que larga para poder caminar. Habla poco, para que no se le note... pero se le nota. Y sonríe, mucho, se le podría confundir con el hermano del novio o de la novia... A veces es la misma persona.


Bailarín

Que los hombres no bailan lo sabe todo el mundo. Menos este hombre. Ahí le tienes. Le encanta mover el esqueleto y decir cantidubi y todas esas cosas. Y baila como si estuviera en un programa de Jose Luis Moreno… de esos de los 80... Uy, me dicen que vuelven esos programas... Bueno, pues este tío vuelve a estar de moda.

 BALLET ZOOM

El tío del pueblo

Todos tenemos un tío del pueblo. En toda boda que se precie hay señores que parecen sacados de otra película. Es como meter a un guerrero de Juego de Tronos en Mad Men. Canta. Pues hay muchos, y suele ir en pareja, pero de eso ya hablaremos en el próximo capítulo.  Es muy probable que lleve tirantes y una chaqueta de cuadros. Como un hipster, pero con 80 años.



¿Qué hago yo aquí?

No conoce a nadie. Ni al novio, ni a la novia.  (4 bodas y un funeral). Pero ha venido de acompañante de su pareja, que sí que conoce a uno de los contrayentes (lo que viene siendo el novio o la novia). Y está más perdido que el tío del pueblo. pero es muy probable que hablen diferentes idiomas... aunque hablen español.



El modelno

¿Ves aquel disfrazado de ridículo? Pues ahí le tienes. El moderno. Es el primo que se fue al extranjero a estudiar. Ya era ridículo antes de irse y nadie le echaba de menos, pero ahora ha vuelto en versión empeorada. Lleva puesto todo lo que tú no te atreverías a ponerte. Y todo junto. Como la versión joven del tío del pueblo, pero él no es antiguo, es vintage... Lástima de madre que no le diera con la mano abierta hace tiempo.




El camarero

No forma parte de la boda, pero está en todas. Siempre hay un camarero enrollado en las bodas. Al final te aprendes su nombre y todo. Y al chuzo, le pone los cubatas (qué palabra tan antigua) más cargados, y si te portas bien, te pone un poco más de carne en el plato.


Seguro que hay muchos más, pero tampoco es cuestión de abrumar. Vamos a dejarlo aquí...

Comentarios

  1. Hace mucho tiempo que no voy a una boda, pero leyendo éste blog me lo paso estupendamente.

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