¿Os habéis parado a pensar cuántas veces os pasa que hablando
el mismo idioma y utilizando las mismas palabras, no nos entendemos? Ya no hablo de no comprender a Michael
Robinson (ya me gustaría hablar inglés como él habla español… y ya les
gustaría a otros hablar español como lo hace él), ni de las diferencias entre
el lenguaje de los hombres y las mujeres y esas discusiones estúpidas por el
famoso: “¿Qué te pasa?". Si un hombre te
dice: “Nada” es que seguramente no le pase nada… ni siquiera está pensando, o estará analizando la última alineación de Vicente Del Bosque y el falso nueve (Cuenta la leyenda que hay hombres que no sólo piensan en sexo o fútbol). Pero si lo dice una mujer, échate a temblar.
Esto da para libros y enciclopedias, pero ya hay gente mucho más inteligente que yo
que ya ha intentado explicarlo… sin ningún éxito por otra parte.
Me refiero a esas situaciones en las que una misma palabra
significa cosas totalmente diferentes en unos países, o en unas regiones respecto
a otras. La idea de este post, viene de
este Tweet que escribió Ignacio Sbampato, como podréis suponer, argentino y viviendo
en España. (Nacho, si saco alguna vez
plata por este post, 50-50, ¿Ok?)
Después de este tweet, me puse a pensar qué entendería el de
la tienda cuando Nacho le pidió el marcador indeleble. Seguro que la primera reacción fue ¿Perdón? Esto
dando por hecho que el dependiente fuera educado. O algo así como “Ehhh”, o “¿Qué? ¿Cualo?”, o
en el peor de los casos, “Vete a vacilar a tu piiiiiiiiiii madre”.
Como ya sabéis que soy bastante futbolero, esta sería la
imagen de lo que yo entendería por un marcador indeleble
Me explico. La imagen
es de Juanma López, jugador del Atlético de Madrid que repartía hostias como
panes de pueblo. Es el ejemplo de un
marcador indeleble, un defensa que no se separa del delantero ni cuando está en
el banquillo. Sin embargo, los argentinos, (qué raros son) piensan que es un
rotulador. Con lo fácil que es decir “rotu”
(así decíamos en el colegio a los rotuladores).
¿Cómo decís vos? ¿Endele? (sin ánimo de ofender, pero parece el nombre
de un atleta de Kenia)
Siempre me ha hecho mucha gracia escuchar a los hispanohablantes
(no españoles) imitarnos. Casi siempre
es algo parecido a esto: ” ¡Qué pasa macho! ¡Coño! ¡Joder!” Impostando la voz,
forzando la s y la j y gritando. ¿Así es como hablamos? (probablemente
sí). Sin embargo, nosotros tenemos unas
frases muy similares a éstas, y casi siempre sin distinguir de dónde sea
nuestro interlocutor (entre paréntesis, la respuesta del español). Aviso, igual
exagero un poco :-).
- Argentino : (¡Viste vos! ¡Qué bueno que viniste boludo!)
Pelotudo también entraría.
- Mexicano: (¡Pinche
wey, no mames!)
- Ecuatoriano: (¡Ahorita mismo!)
- Cubano: (¡Ya tu sabes mi amol!)
- Venezolano: (¡Qué chévere!)
- Paraguayo: (La jodimos, ¿cómo hablan los paraguayos?.... ¡Vos,
wey, qué chévere, mi amol!”)
Todos conocemos lo que significa coger en algunos países,
pero es inevitable, los españoles no podemos dejar de decirlo. Cogemos todo, el teléfono, el autobús, el pan…
e incluso si vamos a buscar a alguien, le recogemos (lo nuestro es vicio). Los amigos argentinos cuando llaman a la
oficina siempre nos dicen que las telefonistas de España deben ser muy feas porque
nadie les coge.
Hay otros ejemplos bastante hilarantes para los
españoles. En algunos países como en
Chile, polla es lotería y la frase completa sería “Hoy se corre la polla del
presidente”. Nuestra Alteza Real, sin ir
más lejos, es bastante golfo y no vamos por ahí presumiendo.
Casi todas las palabras que nos suelen chocar están
relacionadas con temas sexuales y ya sabéis la gracia que nos hace a los niños
todo esto. Las niñas a los 4 años se
ríen con el caca, culo, pedo, pis y a los 5 ya no les hace gracia, pero los
niños nos reímos hasta los 90 años, cuando ya perdemos el oído y no nos
enteramos de nada.
Un argentino no puede evitar sonreír cuando a un actor le
entregan la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián. En Honduras, la pepa es el órgano eréctil del
aparato reproductor femenino (si lo tenéis que buscar, mal vamos). No quiero imaginarme a un hondureño
celebrando el aniversario de la Constitución de 1812 o escuchando el verdadero
nombre de Marisol…y es que la vida es una tómbola, tom, tom, tómbola.
Mi tío vivió durante muchos años en Ecuador, y cuando venía
por España, nos costaba trabajo entender algunas de las palabras que nos decía:
“Parquea aquí”. “No me gusta manejar en
Madrid”, “La tortilla de papas con un juguito de frutilla, por favor”.
También está el caso de las madres. La mía es de Madrid y utiliza las palabras
casi, casi igual que yo, pero sigo sin entender cuando me dice: “Tráeme el
éste, que está en la ésta”. Y tú vas corriendo sin saber hacia dónde, para al final, no
encontrar nada. La frase siempre termina
tal que así. “Hijo, pareces tonto, no ves un chino en Shanghái”.
La riqueza del castellano no se iguala por ningún otro idioma. Tan iguales y tan distintos todos, de un imperio sin noches nos queda una plétora de variantes dialécticas a cada cual más curiosa a ambos lados del Atlántico, e incluso en el mismo lado -vente p'a Canarias, Pepe, y empezamos a hablar de "tongas", "mudarse", "cotufas", "naifes",... estoy por poner el canario como cuarto idioma en el currículum.
ResponderEliminarMario. Como se nota que no eres un vendemotos. Otro con menos pondría Filólogo Canario especializado en el uso y constumbres insulares allende los mares :-)
ResponderEliminarAl hilo de tu post, hoy estaba leyendo este otro blog (http://aldea-irreductible.blogspot.com.es/2012/06/acojonamiento-del-bloguero-friki.html), con un artículo relacionado con los últimos vocablos introducidos por la RAE. Uno de ellos "Pepero", me ha hecho gracia cuando lo he visto, pero mucha más gracia cuando he visto el significado Peruano de "peperas" en los comentarios. Así que, amigos Populares, cuidadito cuando os vayáis al Perú :)
ResponderEliminar@Alfre No es bueno decir que eres de ningún partido político ;)))
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