Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

Cosas que pasan en la playa aunque no lleves toalla (I)

Hace muchos años había una de esas canciones profundas tipo la salchipapa, la Mayonesa, o La Barbacoa (parece un menú más que una lista de “grites jits”) que decía algo así como que “Recuerda llevarte una prenda para secarte el cuerpo cada vez que te bañes en el mar”. Aunque para que la cosa rimara hicieron una versión más corta del título.


Y todo esto para decir que he estado unos días en la playa y por eso me he tomado unos días de descanso del blog. Y es que los madrileños decimos playa, en general, sin decir dónde, ni falta que hace. He ido a la playa, y entre nosotros nos entendemos. Si ya hablamos con otras personas que no son de Madrid, ya hay que especificar. Puede ser Hawái, Benidorm, Bora Bora… Bueno, si vamos a Bora Bora, sí que lo especificamos. Que se note que hemos ido lejos.


Pero vayas a la playa que vayas, suelen pasar las mismas cosas. Y para no perder demasiado tiempo, que las vacaciones se pasan volando, vamos allá.


Tipos de playa

Hay muchos tipos, y ya está la Wikipedia para explicar cada una de ellas, pero entre nosotros y para abreviar, hay dos tipos de playas. En las que te puedes bañar y en las que no.

Aunque esto también da para muchas discusiones. Por ejemplo, en Benidorm te puedes bañar, pero tienes que llegar hasta el agua. Poder, puedes, pero es posible que tengas que luchar con dos millones de filas de sombrillas, ejércitos de señoras, señores, medio pensionistas y militares sin graduación antes de poder meter el pie en el agua.


Nosotros vamos a referirnos nada más que a las que te puedes bañar, las aptas para el uso humano, no esas en países donde la temperatura del agua hace que te tengas que bañar con un traje de neopreno, abrigo de piel y una manta.

Y entre las que puedes bañarte están la de arena y las de “mecagüen la puta una piedra, y otra, yo no entro, paso de meterme ahí, ya me he clavado otra, y por fin entré en el agua”.  Yo soy mucho más partidario de las de arena, aunque tampoco me importaría que hicieran playas con césped (alicatado hasta dentro del agua) o incluso moqueta, como en las casa inglesas, que tienen forrada hasta la bañera.


Una vez que ya hemos decidido a qué playa vamos, hay que elegir qué nos llevamos.

Mudanza completa o toalla

No hay más opciones. O te llevas nada más que la toalla o ya llegas al caso de tener que contratar los servicios de una empresa de transporte. Gafas de sol, toalla, cremas solares, cartera, libro o Kindle, revistas, tableta, móvil, sombrilla, bañador de emergencia, hamacas, dos palmeras para colocar la hamaca (puede que esté exagerando), dinero suelto para un “bombónheladooiga”, las llaves de  casa, las del coche, la libreta del banco por si acaso pasa algo, botella de agua, neverita para latas de cerveza, cervezas fresquitas, zumo para los niños, los niños (si no los tienes, es conveniente que no cojas a ninguno de camino, a los padres no les suele gustar que te lleves a sus hijos… aunque puede que haya excepciones y lo agradezcan), las palas, la petanca (otros 3 señores mayores para completar la partida).



¿Cómo llegamos a la playa?

¿Puedes ir andando? Afortunado tú. Pero es muy probable que hayas escogido el pack completo (no el pack toalla, sino el que lleva el resto de accesorios) y entonces hay que ir en coche. En ese coche que al final del verano tendrá más arena que el Sahara y podrás hacer tu propia playa al llegar a casa. Y probablemente tardarás más en meter y sacar todas las cosas que en llegar propiamente a la playa. Ya me gustaría ver a los mecánicos de Fórmula 1 cambiando una rueda de un coche que va a la playa. Empiezas a sacar cosas del maletero y ya he terminado la carrera.


Vamos a la playa

Aparcamos el coche, si podemos, que esa es otra, pero no vamos a perder el tiempo en buscar un sitio dónde dejar el coche, poner el papel albal en el parabrisas, ese papel que se le pone ahora a los coches para que esté fresquito y sacarlo todo del automóvil. Sí, eso del fondo, que tiene olas es ya el mar. Allá vamos. Y si es una playa de arena, es comodísimo andar por ella por los cojones. Y descalzo mucho mejor, porque la arena no está acondicionada… Bueno está acondicionada para que vivan pollos asados y es la misma temperatura. 50 grados centrípetos. La temperatura de cuando pides leche templada en un bar.



Yo, tomo posesión de esta playa o el “Colocamiento” de la sombrilla

Ya has llegado al sitio en el que quieres colocar la sombrilla. Te vas deshaciendo de todos los “adminículos” que llevas para proceder a la toma de posesión de tu trozo de playa. Te sientes como Colón cuando llegó a la luna o Armstrong al tocar la trompeta (algo me dice que estoy mezclando gente, lugares y situaciones).


Así no se coloca, déjame a mí

No es un día de playa si colocar la sombrilla no supone una discusión. Ya habrá habido otras antes de salir y decidir qué meter en el coche, pero esta es la típica. Así no se pone, tienes que empujar más, y hacer palanca, y girar más, hasta el fondo… Muy sexual todo. El caso es que hay que meterla hasta el fondo. Una vez vi a un señor “nuevozelandés” de Nueva Zelanda por el agujero que dejamos al  poner la sombrilla. Y otra pasó esto…


Montar el campamento

¿Os acordáis en las películas de Tarzán los pobres porteadores que decían “ancagua” o algo parecido llevando las cosas de los cazadores malos que siempre iban a dar por saco a Jane, Tarzán y Chita? Pues esos mismos necesitamos para montar el campamento. La sombrilla ya está, faltan las hamacas, las toallas, las palas, la nevera… colocar todo estratégicamente… para que te siga dando el sol en el careto facial o se descojone todo en cuánto corra una ligera brisa.


El ritual de la cremita, yo me doy cremita.

Hay gente que se da la crema antes de salir, pero claro, se le va todo en el coche. Otros sólo la cara, o los brazos, o las piernas… las dos, mejor siempre protegerse las dos. La cara A  y la cara B. Pero hay zonas inalcanzables, y necesitas una mano amiga para ponerte crema.


Tú me das cremita

Tanto avance de la ciencia y no se ha inventado nada para echarse crema en la espalda. Necesitas a alguien. Que ya puedes jugar al ajedrez online con un tío en Uzbekistán o enviar un documento a cualquier parte del mundo, pero para ponerte protector solar, estás jodido. O se lo pides a alguien o no hay nada que hacer. ¿No podían hacer cremaselfies? Un palo que te unte la crema por detrás, y por delante, ¡qué interesante! Aunque hay gente que lo utiliza para entablar conversación con jóvenes suecas de 1.80 rubias y de ojos azules, que esas sí que necesitan protección solar…


Y hasta aquí llegamos con la primera parte de un día en la playa… Ya estoy agotado y ni siquiera nos hemos metido al agua, ni nos hemos acercado al chiringuito, ni jugado a las palas…. Lo dejamos para la segunda parte, en una semana. No olvidéis poneros crema y no paséis la semana entera en la playa que os podéis achicharrar.



Comentarios

  1. Bienvenido de nuevo a mi ordenador, Javier. ¡Es que te echaba de menos, caray...! (egoístas que somos tus lectores que no queríamos que estuvieras en la playa en la que hayas estado y aquí tus lectores sin leerte!...
    Lo dicho, que bienvenido. Y no dejes de contarnos la segunda parte de las aventuras playeras. Para los que nos hemos quedado en nuestra ciudad --sin coches, cines, teatros y restaurantes sin problemas de entradas, ausencia de niños en los parques...-- es una gozada leerlas.

    Besotes,

    ibb

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  2. Que bien viene éste manual de instrucciones para moverse por las arenas y las piedras movedizas d las playas. Leed con atención

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