Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

Hotel dulce Hotel



Antes de ir de vacaciones miro y remiro para elegir el hotel en el que voy a alojarme.  Busco en diferentes webs, veo las fotos de las habitaciones, de la piscina, de la terraza (por si me da algún día por hacer balconing), miro los mapas de situación, las medidas de la cama, las críticas de otras personas que ya se han alojado allí, a qué distancia está del aeropuerto, si hay restaurantes cerca, cómo se llaman los recepcionistas… (igual ahí estoy exagerando).

Si voy a estar 3 o 4 días en un sitio, me gusta informarme del hotel y preparo las vacaciones lo mejor que puedo. Hago mil planes, rutas por la ciudad o la zona (para al final no cumplirlo casi nunca), pero por mucho que te informes, hay cosas que siempre, siempre, se te escapan.

¿Qué habitación me darán?
Tienen tanta variedad que te haces un lío.  Cada hotel tiene una forma de llamar las distintas alcobas (qué me gusta esta palabra).  Eso, cuando no les dan nombres guays, nombres de escritores, de ciudades, países, colores, de personajes de Walt Disney… Otras veces los nombres son un poco más corrientes: Estándar, Doble, con vista al mar, con vista al jardín, con vista cansada, suite, junior suite, Matias Prats Junior…

¿Quiere parking? Son 10.000 euros
Si has alquilado coche o llevas el tuyo, prepárate para pagar el parking como es debido. Mira que lees sobre los precios, pero no siempre te avisan de que tienes que comprar 10 plazas de garaje... o al menos pagar como si las hubieras comprado.  No hay parking barato, incluso si lo dejas a tomar por saco, o en un parking “amigo”, te sale más barato vender el coche.  En el caso de Estados Unidos es aún peor, te lo aparca un señor de 2 X 2 que no va incluido en el precio del parking.  También tienes que aflojar la mosca. Y además, que yo soy de Carabanchel, y no me fío que un tío al que acabo de conocer, se lleve el coche.

La llave del hotel
Ya hace mucho que no te dan esas llaves que parecían las de la puerta de la Catedral de Santiago, con unos llaveros superfashion que no cabían ni en la mochila de un montañero.  Al cabo del tiempo, me enteré que la podías dejar en recepción (de pueblo que es uno). Ahora te dan una tarjeta, que sirve también para activar la corriente y en la mayoría de las ocasiones funcionan, pero no siempre.  Son como las tarjetas del Un Dos Tres (hemos venido a jugar ¿no?). 

¿Se parece la habitación a la de la foto que habías visto 100 veces antes de salir?
Ya has hecho el check in (sinceramente no sé cómo se dice en castellano). Te acompaña un amable joven hasta la habitación, te lleva las maletas, te abre la puerta (si la tarjeta funciona) y llega el gran momento.  Es la misma sensación que debes tener en las citas a través de Internet (digo yo que será así, porque nunca lo he hecho).  Has visto fotos, os habéis escrito, pero esa morenaza alta de ojos grandes que te mandó la foto a través de un mensaje de correo electrónico, puede que sea una calva de 120 kilos y los ojos grandes son efecto de las gafas de aumento.  Esa gran suite, es un cuchitril. Todo esto es licencia poética, nunca me han defraudado (las habitaciones). 
Foto web
 
  Foto real




A la cama sin cigarrito
El amable mozo te da las instrucciones de la habitación y tú te quedas oyendo, sin escuchar. Es como la charla de las azafatas, aunque a ellas, si no están buenas, no las miras ni las escuchas.  Le das la propina al amable mozo, se pira (contento o jurando en arameo dependiendo de la cantidad que le hayas dado), echas un vistazo a la habitación, abres los armarios, vas al baño, miras las “tontás included, y lo siguiente… no digáis que no… es sentarse en la cama y dejarte caer.  Es lo que se suele llamar el control de calidad de la cama. La primera vez que fui a Estados Unidos, la habitación (que pagaba la empresa) tenía dos camas “Superking o Superbigmac size”… ¡¡¡para mí solo!!!  Me pasé la noche pensando cuándo se darían cuenta de que esa habitación no era para mí y me cambiarían de sitio… ¡No se enteraron!

La tele
El siguiente paso es coger el mando a distancia y “trastear” con la tele. Ver si tienen canal por cable, cuántas cadenas se ven. Estás en Burgos y te quejas de que no se ve Telemadrid. Me paso la vida en Madrid y no enciendo TeleEspe y me quejo en Burgos… Pruebas los 200 canales y no te gusta ninguno. ¡Me siento como en casa!  Puede, y sólo puede, que por error veas un ratito el canal porno (que suele ser de pago), pero siempre es sin darte cuenta.

Wifi
Antes de escoger hotel te has asegurado de que el hotel tiene Wifi gratis, o que no es demasiado caro (a 5 euros por hora podrías pagar la factura de todo el hotel).  Pero aquí también hay truco. El hotel tiene wifi gratis, pero en las habitaciones hay menos señal que en una partida de mus de ciegos. Es entonces cuando bajas hecho un “asterisco” a la recepción (nunca se llama desde la habitación por miedo a que te claven por la llamada) y les montas el pollo.  Y el recepcionista, muy amable, te explica que sólo hay Wifi en el lobby o en el business center, pero en las habitaciones no…  En algunos te dicen que sí hay señal, pero que algo débil. ¿Débil?  Te tienes que subir a la taza del váter y tirando de la cadena 10 veces, consigues pillar una rayita de señal (lo suficiente para únicamente ver el estado de Facebook de ese amigo que sólo pone fotos de gatitos amorosos).

Las luces
Después de darte una vuelta por la zona (de fuera del hotel, no todo va a ser lo mismo), llega la hora de dormir y empiezan las complicaciones serias.  ¿Cómo cojones se apagan TODAS las luces?  Estoy seguro que los aviones de Ryan Air tienen menos botones que en las habitaciones de los hoteles.  Tienes las del baño, que nunca se apagan del todo, las de la mesilla, la lámpara de pie, la lámpara de rodillas… mil luces, que, nunca, nunca, terminarás de apagar (a no ser que quites la tarjeta… a veces lo he hecho).  En un hotel de Bilbao pasé la noche con la luz del baño encendida porque el interruptor estaba detrás del puto albornoz (un hombre de bién nunca se pondrá una prenda tan monstruosa).

La puta ducha
Aquí está la madre del cordero.  En los hoteles te ponen lo que hay en el minibar (siempre tan económico), el menú del “Room Service”, cómo utilizar el teléfono, una guía de la ciudad, la biblia (imprescindible), pero ¿Por qué se olvidan siempre de poner el manual de instrucciones de la puta ducha? Hagas lo que hagas te vas a equivocar con el agua fría y la caliente.  No sabes cómo, pero siempre vas a  poner perdido el baño. A veces ponen una señal para que cambies el chorro a más fuerte, más flojo, en modo lluvia, galerna del Cantábrico… da igual, empapo hasta la terraza. Yo que voy de sobrado, siempre entro el primero, investigo, me informo para explicarle a mi “txurri” con todo lujo de detalles las instrucciones… Y me mojo dos veces. Al cagarla como primerizo y al volver a explicarle el funcionamiento. 

Si la habitación tiene jacuzzi, señores del hotel, échense a temblar, soy capaz de inundar toda la planta.

“Tontás” included
En todo hotel que se precie, incluyen todo lo que se te pueda ocurrir y que a mí, personalmente no me hace falta.  La zapatillas sin talón (que odio), el puto albornoz (que ya habréis supuesto que tampoco es santo de mi devoción), el kit de costura (ideal para McGyver), pero que no sé como utilizar, un calzador (no he usado uno en mi vida), jabones de todos los olores y sabores (alguno habrá que le ha pegado un “bocao”), “champuses” y tu botecito de gel (que sólo da para una ducha. Si váis dos, el segundo utilizará un tercio de gel y dos de agua).

Aire Acondicionado
Aquí no hay mucha explicación. Te vas a pelar de frío.  No hay término medio, tienen modo Siberia o Apagado, no hay más.  Da igual que sea un hotel de 5 estrellas o Pensión Pepi. 

El Desayuno
En todo hotel se podría hacer un documental de los “desayunadores”.  ¿En tu casa te tomas dos zumos, un cola cao, un café, un croissant con jamón y queso, tres tostadas con mantequilla y mermelada de naranja amarga, dos salchichas, bacon, tortilla, un yogur, dos rodajas de sandía, un trozo de piña y un actimel para que desayunen también tus defensas?  Pues en los hoteles es así.  Cuenta la leyenda que un señor de Cáceres sólo tomó un café, pero como todas las leyendas, no creo que sea verdad (seguro que se había colado y no era huésped del hotel)


Hay tantas experiencias como personas y hoteles, pero yo creo que ya está bien ¿no?


Nota: Todo parecido con la realidad es verdad.

Comentarios

  1. Jajajaja me parto Javier!!
    No se por donde empezar tienes tanta razón en todo. Lo único que no coincido es en tenderme en la cama nada más llegar, antes siempre le quito la asquerosa colcha de Hostal Pepi, seguro que nunca la lavan.
    El señor de Caceres es una leyenda seguro!

    :D

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  2. Me alegro que te guste. Tengo razón porque hago estudios concienzudos antes de hacer cad post ;)))

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