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Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

¿Quién puso la b y la v juntas en los teclados?

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Hace poco os contaba que soy más de letras que de números . No es que odie los números.  Hay algunos muy bonitos, como el 2 (que es un patito que está tomando el sol. Ojo que esto no me lo he inventado yo, aquí tenéis la explicación ), Pi (han hecho hasta una peli de su vida y la han dado un cerro de “Óscares”), los primos (que son números raros como entre ellos solos y entre uno -ufff, broma matemática)) o los números de la lotería (sobre todo si te tocan). Pero a lo que vamos. Me gustan más las letras, pero hay que saber cómo usarlas y dónde ponerlas. Ahí está la madre del cordero (lo que sea que signifique esta expresión). Por lo que cuenta la Wikipedia (niños, no os fiéis de todo lo que digan estos señores) que fue un americano el culpable de que la b y la v estén juntas. ¿No tenía otro sitio dónde ponerlas? ¡Coño! ¡Que había hueco suficiente en el teclado! Claro, como él no escribía en español, que se jodan los demás. ¿Qué pasaría si juntáramos la W y la G? Eso no os gustarí

¿Oportunidades? En la 7ª planta

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Los que seguís la página de Facebook de Un Cigarrito , os acordaréis de que os pedía ayuda para el post de esta semana. El tema era sobre lo mal que nos expresamos tanto escribiendo como hablando.  Lo que pasa es que hablando no se notan (tanto) las faltas de ortografía.  Pero lo dejaremos para otra semana que en ésta, no estoy muy católico (Benedicto XVII dixit). Y como os debo una explicación, esta explicación que os debo, os la voy a dar. Esta semana me han invitado a dejar la empresa en la que llevaba trabajando 12 años.  No voy a entrar en detalles porque al blog se viene a leer chorradas y no para amargar la vida a nadie.  Del blog no me pueden echar y se viene llorado, cagado y meado y como todos tenemos lo nuestro, tampoco ahondaremos en penas, ni utilizaremos palabras malsonantes sobre el tema. ¡Recórcholis! Además, no soy especialista en dar malas noticias, ya hay profesionales que cobran por ello como los políticos y los periodistas y que están acostumbrados a hace

Cifras y letras

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Los que somos de letras siempre tenemos una excusa cuando no nos sabemos la tabla de multiplicar.   -¿Seis por Siete? -   Y tú con cara de haber descubierto la fórmula de la Coca-Cola respondes: ¡37! -¿Cómo? -Jodé tío, es que yo soy de letras.   ¿Os imagináis un profe de matemáticas haciendo la siguiente pregunta en un examen? (a lo mejor no hace falta tanta imaginación): -“Hun tren zale de Sebilla acia Varcelona a 100 kilométros por ora.” - Macho, vigila, la ortografía - Es que yo soy de números Ahora no voy a entrar de quién es la culpa, pero seguro que Zapatero o Rajoy no andan muy lejos.   En mi caso, que soy de letras odio los números.   Y creo que es por descarte y por vaguería. Letras hay ¿25? ¿28?, no lo tengo claro, pero pocas comparadas con tanto número que a veces tiende a infinito. Las letras pueden ser finitas si las escribes con bic naranja (no no voy a decir lo de bic cristal porque se notaría demasiado que tengo m

El Super Tazón

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No, no os voy a hablar de lo que me pongo en el desayuno, ni de los Krispis o los donuts (o quizá sí). Tampoco de un Superhéroe que se mineralizaba y supervitaminaba (éstate al loro Super Ratón, que te han relacionado con Eufemiano Fuentes). Lo del Super Tazón es como se conoce también a la Super Bowl (la traducción es literal, by the way) o ese evento conocido como el partido en Estados Unidos con señores con coraza que se pegan unas hostias como panes de pueblo para pillar un melón y en el descanso hay espectáculo y anuncios chulis.    Para los que no somos americanos, o nos la sopla, es el evento del que te hablan al día siguiente.   Te cuentan que el himno americano lo ha cantado Fulanito/a y en el descanso ha salido tal o cual cantante y que el anuncio más visto ha sido el de Mac Pepsi Doritos CBS. De nuevo estoy generalizando, pero hay muy poca gente que sabe de qué va el Rugby de Cascos (nada que ver con el político, a pesar de la cara que tiene de haber jugado al rugby).  

20 años no es nada ¿seguro?

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L a letra de uno de los tangos más famosos de Carlos Gardel ( sin buscar en San Google, ¿Alguien sabría decirme algún otro cantante de tangos? No me vale Calamaro, éste los destroza, ni Malevaje que son más de uno ), dice, después de que sentiiiiiir que es un soplo la vida, que 20 años no es nada.  Para algunos los tangos son como las frases de Paulo Coelho ( más sinvergüenza que Calatrava, el de los puentes ), ejemplos a seguir, trozos de vida. ¡Pues no!   Aquí Gardel no tiene razón.   20 años es mucho, y la diferencia entre los 20 y los 40 es una burrada, excepto para Demi Moore, que le gustan los yogures recién hechos (no como al Ministro que se los come caducados).  Ya sabéis que me gusta generalizar. No es bueno, pero me gusta, aunque sólo sea en el blog. Ya en la vida real no lo hago, pero como el blog es mio… Y es que es mucho más divertido jugar con los estereotipos.   Hay jóvenes de 40 años y viejos de 20. También hay tíos de 20 con más sentido común que uno de 80, pero