Blog de Javier Merchán. Ríete tú de las fake news de Donald Trump. Me invento todos los contenidos, pero no espero que nadie se los crea.
Escribo sobre cosas importantes sin tomármelas en serio.
¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He
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13 Conductores por el mundo
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Hacía tiempo que no conducía por la maravillosa piel de toro, mosaico de culturas, crisol de razas…. Podría seguir así todo el post para nombrar a España, pero os había prometido hacer los posts algo más cortos.
El caso es que hay cosas que nunca cambian, da igual dónde conduzcas. Los coches pueden ser distintos, con el volante al otro lado (y el conductor en el mismo lado del volante también, que si no sería muy incómodo), pero la gente que lleva el coche somos muy parecidos.
Hoy os voy a hablar sobre algunos tipos de conductores que te puedes encontrar conduciendo (también te los podrías encontrar en otro sitio, pero ya no los reconoceríamos como conductores… o sí)
Billy, el rápido
El conductor más rápido del oeste, y del este y de todas las carreteras. No hay límites para Billy. Si la carretera es de 100, él va a 150, si es de 110, él va a 220, como la electricidad. Siempre tiene prisas. No confundir con Billy el de las estanterías de Ikea, que también se ha forrado con una idea bien simple.
Tengo un León amarillo
Es una variante del conductor rápido. No falla, la única vez que ves un Seat León de color amarillo yendo a menos de 60 kilómetros por hora es cuando va a aparcar. Anteriormente conocidos como el del Golf, o el del Opel Kadett. Sus dueños podrían pasar por el primo del Neng de Castefa o el de los lacasitos.
El lento
Puso de moda lo del Despacito mucho antes de que saliera la canción. Prudente, muy prudente. No adelanta ni el reloj con el calendario de verano, o de invierno… El pedal del acelerador es un gran desconocido. Está como nuevo. A él le dijeron lo de precaución amigo conductor y se lo tomó al pie de la letra. Calma, mucha calma. ¿Para qué voy a correr si ya voy el primero?
El señor Mercedes
No es que se llame así aunque con los nombres que se pone ahora la gente tampoco me extrañaría. Suele ser un señor mayor que se ha comprado un coche grande y caro, muy caro. Pero va despacito, para que la gente tenga tiempo de admirarlo. ¿Qué sentido tiene comprarte un cochazo y que la gente no lo admire? No es fácil distinguir al señor Mercedes con su chófer, y eso le tiene que dar mucha rabia al Don “Merche”.
¿A que molo?
Es la versión joven del señor Mercedes. Se ha comprado un coche deportivo y tiene que notarse que es suyo. Suele ir con las ventanillas bajadas para que se note quién es el puto amo y con la música a tope. Es muy probable que no sea música clásica lo que ponga en sus altavoces de tres mil kilojulios por segundo. Algunos no quieren bajarse nunca de él.
Pegado al cristal para ver mejor la carretera
El volante y ellos son todo uno. Bien pegadito al cristal para no perderse detalle de lo que pasa a su alrededor. Agarran el volante como si alguien quisiera robárselo. Siempre se dice que hay que colocar las manos como si fueran las agujas del reloj a las 3 menos cuarto o a las 2 y 10. Estos conductores no los soltarían ni en 24 horas. No cambian la emisora de radio en todo el viaje, no pueden tocar el aire acondicionado, ni dar conversación. Están a lo que están. A medida que van cogiendo experiencia, ya se van soltando y ya se animan a probar cosas nuevas.
El guardaespaldas
Muy fan de estos conductores. Son muy cariñosos y les encanta estar cerca de otros coches. También conocidos como Sergio Dalma por su afición a conducir pegados. Lo hacen por tu bien para que no te despistes y también mires por los espejos retrovisores (ese que tienes dentro para mirar si vas bien peinado y los dos de fuera que sueles rozar con la columna del parking). Cuando tienes a un guardaespaldas detrás ¿No te gustaría tener el coche de Bond? ¿De James Bond? Y soltarle un par de “cobetes”… Pero con cariño.
El del coche vintage
Vintage, según la RAI (Real Academia Inventada), la primera se refiere a algo que tiene más años que el que alicató la cueva de Altamira pero que se sigue usando por moda, o porque no queda más remedio. En el tema que nos ocupa son coches de época (no muy remota porque todavía tienen que funcionar) o automóviles que dejaron atrás su mejor época. Dentro vídeo.
El dubitativo o Jean Claude
Aún no tengo claro cómo llamarle. Es ese que aún no está muy seguro en qué lado de la carretera tiene que ir. A veces va por el centro, otras veces invade el carril contrario o se pone muy cerca del arcén. Lo de Jean Claude es por lo de ir dando “Van Dazos”.
El Laudrup Para los que no estéis muy familiarizados con el fútbol, Laudrup fue uno de los mejores jugadores y estuvo en el Barcelona y Real Madrid. Una de sus jugadas favoritas consistía en mirar para un lado y pasar el balón para el otro. Pues hay conductores que hacen lo mismo. Te marcan con el intermitente que van a la izquierda y van para la derecha. No hace falta que os diga que no es muy celebrado por el resto de conductores.
Me gusta llamar así a los que no paran de hacer gestos. Les encanta gesticular y no siempre para agradecer las atenciones del resto de conductores. No tienen paciencia con sus compañeros de carretera. Cortes de manga, peinetas, insultos verbales… y todo porque alguien va muy lento, o muy rápido, se para en medio de la carretera… ¡Relax!
El multitasking
Puede hacer de todo, y a la vez. Puede conducir, puede consultar Facebook mientras habla con el móvil, puede leer el periódico y probablemente pueda provocar un accidente.
Le gusta conducir
No a todos los conductores les gusta conducir. Mira Fernando Alonso, que ha dicho que se retira ya. Que se acabó, y eso que sólo pilotaba algunos fines de semana y a veces la carrera duraba muy poco. Pero hay otros que sí, que les gusta y sacan el brazo por la ventana y les relaja ir por las carreteras nacionales de su propia nación o las provinciales de su provincia, o vecinales (ya me callo…Ahora unos minutos de publicidad. Señores de BMW, ya me dirán dónde les paso la factura).
Hay muchos más conductores, pero mejor parar y dejarlos en 13, que tampoco es un mal número. ¿No? Conducid con cuidado, y muy atentos al volante… y a la palanca de cambios.
A veces, cuando me pongo a pensar sobre qué escribir en el blog, se me ocurren muchas cosas. Luego me doy cuenta de que alguien ya ha escrito sobre ello, y el cabrón o cabrona lo ha hecho mejor. Otras veces tengo una idea y cuando llevo un buen rato escribiendo, me digo “pero si de esto ya he hecho un post”. Y otras veces, directamente no pienso. Esta vez voy a escribir sobre cosas que ya se han escrito. Pero vamos a hacerlo de otra manera. Y os explico por qué. Pues “resultadeque” estaba leyendo una crítica de una película y no terminé de entender si me estaban recomendando verla, si era muy mala, o me comprara un Opel Corsa. No comprendí nada. Yo creo que los críticos de cine, como escriben a oscuras en la sala de cine, pues luego no entienden lo que han puesto y tienen que inventar, y de ahí lo de “la levedad inescrutable del personaje tiene connotaciones que nos recuerdan el sufrimiento crónico de la sociedad en un ambiente que recela de todo…” Y ahí estás tú l
Esta semana no me voy a meter con las cosas religiosas, a pesar del título (y de que a veces te ponen las cosas a huevo). Aunque los que pintan algo en la iglesia (no me refiero a la señora que hizo el garabato en Borja), se metan en las cosas de los demás, no lo voy a hacer yo. No hagas a los demás que te hagan como yo quiero al prójimo… (Creo que es algo parecido, pero es que ese día me cambié a Ética y me perdí la clase de “Reli”). Esta semana os quería hablar sobre los nombres. Pero no el nombre del padre o del hijo (de verdad que hay nombres de hijos que son para matar al padre y para que le dé un ataque al Espíritu Santo. No tenéis más que pensar en algún Kevin Costner de Jesús, “Yosuas” y Samantas). Hablaremos de los nombres comunes. Hay padres hijos de… Porque vamos a ver ¿Quién pone el nombre de las cosas? A los animales, a las flores, a las ciudades… ¿Dónde está el responsable? ¿Con quién hay que hablar para que se ponga orden? ¿Y qué es este sindiós de
Oscar, Goya y otros señores que dan premios a los peliculeros El otro día estuve viendo (ya, ya sé que esta es la típica forma de empezar un monólogo, pero es que así fue) la gala de los Goya y me detuví (¿O se dice detenguí?) a pensar. No me pasa muchas veces. Lo de detenerme sí, me refiero a lo de pensar. Y pensé que todas estas galas, los Goya, Oscars y todos estos señores que se dedican a dar premios, son muy similares, por no decir parecidas (o como se diga). Sale una señora, o un señor, a presentar la gala. Y canta, y baila, y cuenta chistes, y sonríe, y habla con el público y se mete con las autoridades competentes y otra vez a sonreír. Y volver a presentar a gente que entrega los premios al mejor guion, a la mejor actriz, la mejor iluminación, y la música más original, a la música menos original y así hasta que eligen la mejor película. Todo ello votado por los señores de una Academia. Y cada vez es una academia distinta. Y son academias que no conoce nadie, ni siqui
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