Blog de Javier Merchán. Ríete tú de las fake news de Donald Trump. Me invento todos los contenidos, pero no espero que nadie se los crea.
Escribo sobre cosas importantes sin tomármelas en serio.
¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He
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Roma, la ciudad en la que te eternizas
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Si alguna vez te has preguntado por qué llaman a Roma la ciudad eterna, ya
te lo digo yo, porque te puedes tirar horas esperando.
Esperas para ver un monumento, entrar en un museo, hacerte una foto sin que
haya otros dos millones de personas con el palo selfie a tu alrededor, comer en un sitio decente, pedir un helado… Es el precio de la fama, yla fama cuesta, y aquí es dónde vais a
empezar a pagar (una pasta por cierto).
Y ahora que ya sabéis lo de la ciudad eterna, la fama y demás zarandajas
(qué me gusta la palabra zarandaja… no para ponérsela a una persona, pero por
ejemplo a una ensalada, o a una tienda de chuches, o a un pueblo con pocos
habitantes), os voy a contar cosas sobre Roma. Sube que te llevo.
Italia capital Roma
Te sale todo seguido, como San Antonio, Texas, o Los Angeles Lakers. El
caso es que Roma tiene alrededor de 3 millones de habitantes y la pusieron casi
en el centro de Italia un par de hermanos que se llamaron Rómulo y Remo… Que ya
les vale a los padres el nombre tan feo que le pusieron a Rómulo… y a Remo. Y
las costumbres que tenían entonces de ordeñar lobas. Eso está feo.
El caso es que la ciudad es muy antigua. Casi 3 mil años. Dicen que se
fundó en el 753 antes de Cristo. Vete a saber, porque en aquella época no había
ni televisión en blanco y negro, ni Wikipedia. Y como tampoco había agua
corriente, pues se quedaron al lado de un río, que ellos llaman Tevere, pero que
en realidad se llama Tíber. Ya sabemos que los italianos no hablan bien el
castellano. No como los españoles, que lo bordamos J
¿Cómo llegar?
Habrás oído que todos los caminos llevan a Roma, pero casi mejor que mires
un mapa o Google maps que te va diciendo por dónde ir. A ser posible, si vas
desde un sitio retirao, es mejor el avión, que llega antes. Pongamos que viajas
desde Chicago, pues ahí ya te digo que no hay señales para ir a Roma, porque
los americanos son muy suyos y no quieren que te vayas de allí. Si total, ellos
también tienen pizza, ¿Para qué vas a salir?
Hablando de pizza
Con las cosas de comer no se juega en Italia. Las cosas del comer, y las
del querer son molto importante e
impresionante (como veis, tres días en Roma me han hecho, no sólo un
experto en la ciudad, sino también del idioma). Los italianos tienen el menú
infantil en todos los sitios, pizza y pasta. Por eso va tanta gente. Luego
tienen otras cosas, pero tampoco es cuestión de abrumaros con datos.
¿Y de beber? ¿Queréis postre?
De beber tenemos una amplia gama de bebidas, que es lo que la gente suele
tomar. Tienen vino de varios colores, rojo, blanco (que tampoco llega a ser
blanco del todo), rosado… También cerveza, que ellos que son muy cool, le
llaman birra, y un montón de cosas con nombres italianos como el amaretto y el
limoncello. Y acqua, que está muy rica fresquita. De postre tenemos panna
cotta, cannoli, y tiramisú (con su vestido y su canesú), y también manzanas y
melones, que todos quieren ser los campeones.
Cafés
No te sientes en una terraza, porque ese café que dentro del bar, valía 2
euros, pasa a costar 6 euros. Es como si toda la ciudad estuviera llena de
Starbucks, pero no. El precio es el mismo, pero no tienes wifi, sin embargo,
tienes café en condiciones… y te dejas
de frapuccino con tomate, machiato pero no demasiato,
o un capuccino Adolfo Suárez Barajas ¿Te puedes creer que no hay Starbucks
todavía en Roma? A lo mejor no están tan
locos estos romanos.
¿Qué ver en Roma?
Aparte de turistas, que allí es donde los fabrican, hay iglesias, muchas
(según fuentes del gobierno 900 y según los manifestantes, 200 millones de
iglesias), y cosas romanas, muy antiguas, y estatuas, y un circo (romano, sin
tigres, ni leones), y un coliseo (también muy antiguo, y muy romano) y coches,
muchos, pero muy pequeños. El 500 es una limusina comparado con algunos de los
que circulan por la ciudad.
Dos países por el precio de
uno
Vas a Roma y en un periquete (unidad de medida de tiempo que equivale a un
pispás) te plantas en la Ciudad del Vaticano, que es otro país. Más grande que
un 500, pero tampoco para tirar “cobetes”. Tan pequeño que ni siquiera tiene
capital (dinero sí, mucho, pero capital como el resto de países, pues no
tiene). Son 44 hectáreas de país. Como 44 campos de fútbol, pero lleno de
curas, monjas, obispos, cardenales y Papas (tienen dos por el precio de uno
también y tienen unos añitos también. También se les conoce como papas
arrugaos, como en Canarias).
En Roma no debes perderte…
En realidad sería aconsejable que no te perdieras en ningún sitio, ni
siquiera en el IKEA, pero eso ya es otra historia. Me refiero a los sitios que
deberías ver. Toma nota ( te advierto que soy poco original, pero seguro que
nadie ha descrito los sitios así) .
El Coliseo
El coliseo, el de Roma, no confundir con uno que hay en Getafe, es un campo
de fútbol antiguo pero que le han quitado las gradas y se les ha secado el
césped y no queda ni la línea del centro del campo, ni los puestos de cerveza. Como
no habían inventado la UEFA ni la FIFA, pues hacían peleas de tigres contra
osos, luchaban los gladiadores, y el emperador le daba un like si le gustaba… Y
al emperador no le gustaba casi nada… Siempre han sido bastante especialitos.
Foro Romano
Está todo en obras. Se conoce que no lo han acabado todavía y mira que les
ha dado tiempo. Que eso ya tiene unos años. Ya se sabe con los ayuntamientos de
las grandes capitales que se lían a hacer obras, que si ahora el metro, que si
inauguramos un arco del triunfo, y están terminándolo de alicatar. Y a ver si
renuevan el pavimento que es de la época de Cesar Augusto (Lendoiro no, el otro
césar). Cuando lo acaben, va a quedar precioso con todos los templos y las basílicas.
Fontana di Trevi
Si de verdad quieres verla, te aconsejamos que vayas a las 5 de la mañana
en invierno. Si no, tendrás que apartar a los dos millones de personas que
están allí puestos de figurantes para no dejarte ver nada. No sabemos quién es
Trevi, pero le salió una fuente muy apañada, con agua y con gentes con túnica,
que se llevaban en la época de los romanos, todo por no hacer unas mangas como
dios manda… De ahí la expresión manga por hombro.
Panteón de Agripa
Es de los pocos sitios en los que no hay que pagar para poder entrar, y
sorprendentemente no hay que hacer demasiada cola para acceder. En menos de
media hora estás dentro de una iglesia a la que no lo han puesto el tapón. Está
abierta por el centro, y mi teoría es que se les olvidó poner ventanas y vieron
que aquello les iba a quedar muy oscuro… El resto es historia, y tampoco te voy
a contar toda la historia.
El Vaticano
Se les ha quedado pequeño aquello. No cabe más gente. Entre los que viven
allí y los turistas aquello es un sindiós (paradójicamente). El caso es que te
puedes tirar unas cuantas horas esperando para ver la casa del Papa. Que se ha
hecho allí un adosado bien chulo, todo lleno de cuadros y estatuas de artistas
de los “güenos”, que ríete tú de Bertín Osborne y Arévalo, que también son
artistas, pero no es lo mismo. Y tienen a unos soldados en la puerta disfrazados
como las sotas de bastos.
Museos Vaticanos
Lo llamaron museo vaticano porque llamarlo “vamos a poner aquí las cosas
que han ido regalando a los papas que ya no hay más hueco”. Es como si tú
hicieras un museo de todos los regalos que te han hecho a lo largo de toda tu
vida. Y como ha habido tantos papas, pues el museo es enorme.Y allí iban dejando las cosas. Los papas
siempre han sido muy cucos y en vez de pedirle a un señor que les ponga gotelé
en la habitación, las llenaban de cuadros de Rafael, (el del Tamborilero, no,
el artista que no cantaba), o de Leonardo, Miguel Angel o cualquiera de las
otras tortugas Ninja…
Me comunican que las tortugas Ninja no existen y que les pusieron el nombre
de artistas famosos… Las cosas que se aprenden.
Vamos a ir dejándolo por hoy que ha sido demasiada cultura para un poco
post. No os vayáis a acostumbrar y penséis que este blog sirve para algo.
A veces, cuando me pongo a pensar sobre qué escribir en el blog, se me ocurren muchas cosas. Luego me doy cuenta de que alguien ya ha escrito sobre ello, y el cabrón o cabrona lo ha hecho mejor. Otras veces tengo una idea y cuando llevo un buen rato escribiendo, me digo “pero si de esto ya he hecho un post”. Y otras veces, directamente no pienso. Esta vez voy a escribir sobre cosas que ya se han escrito. Pero vamos a hacerlo de otra manera. Y os explico por qué. Pues “resultadeque” estaba leyendo una crítica de una película y no terminé de entender si me estaban recomendando verla, si era muy mala, o me comprara un Opel Corsa. No comprendí nada. Yo creo que los críticos de cine, como escriben a oscuras en la sala de cine, pues luego no entienden lo que han puesto y tienen que inventar, y de ahí lo de “la levedad inescrutable del personaje tiene connotaciones que nos recuerdan el sufrimiento crónico de la sociedad en un ambiente que recela de todo…” Y ahí estás tú l
Esta semana no me voy a meter con las cosas religiosas, a pesar del título (y de que a veces te ponen las cosas a huevo). Aunque los que pintan algo en la iglesia (no me refiero a la señora que hizo el garabato en Borja), se metan en las cosas de los demás, no lo voy a hacer yo. No hagas a los demás que te hagan como yo quiero al prójimo… (Creo que es algo parecido, pero es que ese día me cambié a Ética y me perdí la clase de “Reli”). Esta semana os quería hablar sobre los nombres. Pero no el nombre del padre o del hijo (de verdad que hay nombres de hijos que son para matar al padre y para que le dé un ataque al Espíritu Santo. No tenéis más que pensar en algún Kevin Costner de Jesús, “Yosuas” y Samantas). Hablaremos de los nombres comunes. Hay padres hijos de… Porque vamos a ver ¿Quién pone el nombre de las cosas? A los animales, a las flores, a las ciudades… ¿Dónde está el responsable? ¿Con quién hay que hablar para que se ponga orden? ¿Y qué es este sindiós de
Oscar, Goya y otros señores que dan premios a los peliculeros El otro día estuve viendo (ya, ya sé que esta es la típica forma de empezar un monólogo, pero es que así fue) la gala de los Goya y me detuví (¿O se dice detenguí?) a pensar. No me pasa muchas veces. Lo de detenerme sí, me refiero a lo de pensar. Y pensé que todas estas galas, los Goya, Oscars y todos estos señores que se dedican a dar premios, son muy similares, por no decir parecidas (o como se diga). Sale una señora, o un señor, a presentar la gala. Y canta, y baila, y cuenta chistes, y sonríe, y habla con el público y se mete con las autoridades competentes y otra vez a sonreír. Y volver a presentar a gente que entrega los premios al mejor guion, a la mejor actriz, la mejor iluminación, y la música más original, a la música menos original y así hasta que eligen la mejor película. Todo ello votado por los señores de una Academia. Y cada vez es una academia distinta. Y son academias que no conoce nadie, ni siqui
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