Blog de Javier Merchán. Ríete tú de las fake news de Donald Trump. Me invento todos los contenidos, pero no espero que nadie se los crea.
Escribo sobre cosas importantes sin tomármelas en serio.
¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He
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¿Viva los novios?
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Cuando creías que todo el mundo a tu
alrededor se había casado; que ya no quedaba nadie soltero, te siguen invitando
a bodas. Esos amigos que llevan más tiempo juntos que los Rolling Stones, se
casan. El primo pequeño, Eduardín, con 39 añitos, también. ¿Ese amigo que pensábamos
que nunca encontraría a nadie? Bueno, ese sigue soltero, pero también le
invitaron a una boda…. Si se casó Alaska, y con quién lo ha hecho. Todo puede
pasar.
Bueno, pues como iba diciendo. Que ya
te han invitado a la boda y has dicho que sí. Ahora viene el regalo. Como los tiempos avanzan que es una barbaridad, te dan el número de cuenta. A más de uno de les he domiciliado la luz, el Interné, y el Canal Plus. Ya verás que risa cuando se den cuenta.
Y llega el día. Y te peinas, te
duchas (es lo que tiene ir a las bodas) y te pones el traje (y no vale el de
Casillas o el de Batman). Pero no acaba ahí la cosa. Vas a la iglesia o al
juzgado, o donde quiera que se celebre. Saludas a los familiares y/o amigos
(dependiendo de la boda puede que no coincidan) y las típicas frases entre hombres a)Cabrón
que gordo estás y b)Se te ve el cartón y ¡Estás ideal! entre mujeres (por supuesto, dicho desde el corazón). Después viene el banquete y con
él (aquí lo ideal sería incluir un grito desgarrador, pero os lo imagináis o lo
pegáis vosotros mismos) TUS COMPAÑEROS
DE MESA.
Aquí es dónde decís. ¡Qué exagerao! No es para tanto. Será en las
bodas a las que te invitan, pero en las que yo voy… Vale, vamos a repasar y
luego me decís si nunca os han sentado con algún ejemplar de los que paso a
relatar (parece el principio de una canción para niños… ). Y vas a tener que
estar con uno de ellos, durante al menos 2 horas (como mínimo). 120 minutos,
8200, 6700… segundos... un huevo de tiempo.
Vamos allá con la colección de
compañeros de mesa. Afortunadamente no están todos juntos en la misma mesa ni
en el mismo momento.
El de los chistes
¡Horreur! Nos han metido a Arévalo en
la mesa. Empiezas tratando de sacar temas de conversación para que no siga con
su actuación, pero cualquier palabra es una excusa para decir. “Esto me
recuerda al chiste de… “. “Sabéis el de…”. ¿Me pasas la espada de cortar la
tarta? Es para un amigo…
Que se besen
¿Por qué se sigue haciendo? Nos ha
tocado a nosotros el que empieza todos los cánticos de “buen gusto” y decoro.
El que se besen se convierte en que se besen los padrinos, las madrinas, los de
la mesa 8 con la 12. Es muy probable que sea el que corte la corbata o la liga
de la novia. Todo muy elegante… Por los cojones.
El Calamar
Todo lo sabe de muy buena tinta. Da
igual de lo que hables, todo lo saben. Ni Iker Jiménez resuelve tantos
misterios. ¿Quién mató a Kennedy? Él tiene un conocido que estuvo presente. ¿Ganará
España el Mundial? Su primo es el fisioterapeuta del Ceuta (¿Quién iba a pensar
que Ceuta tenía rima?), que a su vez conoce al médico del Melilla y sabe qué
pasará. ¿Qué piensa Rajoy? Bueno… hasta
ahí no llega, pero estamos trabajando en ello.
“Charlas” Chaplin
¿Se callará en algún momento? Es como
tener la radio puesta durante la boda entera con un discurso de Fidel Castro y
Nicolás Maduro de fondo. Vas al baño y al volver, ahí le tienes, sigue
hablando. No le escuchas, pero le tienes de fondo. Mother mine of the beautiful
God! ¡Qué cansino!
Tenemos que quedar
Has hecho todo lo posible para no ser
demasiado simpático. Digamos que no te has empleado a fondo para caer bien. Da
igual, siempre habrá un “pues podríamos quedar. Nos lo hemos pasado fenomenal
con vosotros”. Ahí te das cuenta de lo aburridos que tienen que estar para
querer quedar contigo. Y les das un teléfono con muchos cincos… como en las
películas americanas.
El intermitente
Está en tu mesa. Le has visto. Estás
seguro. Pero hace un rato que ha desaparecido. Ya ha vuelto. ¡Qué trajín! En
toda mesa de bodas hay al menos alguien así. Le han sentado en tu mesa, pero se
ha pasado más de la mitad del banquete con gente de otra mesa. Hasta te sientes
un poco celoso. Pues si quiere estar con los otros, que se vaya… Que no venga
aquí cuando ponen otro plato…
Cariño…
Estos también van de dos en dos como
los “petisuis”. Uno (normalmente él) se ha bebido el vino blanco, el tinto, el
rosado (si hubiera vino de otros colores, también lo habría probado), el
champán, todos los licores y el café (por no mezclar… y aún no ha empezado la barra libre). Como es trabajo en
equipo, la parte contratante, se pasa la noche diciendo: “Cariño, te va a
sentar mal”. Y tendrá razón, le sienta mal.
El imbécil
¿Os acordáis del tonto del pueblo? En
algunos pueblos seguro que había más de uno. Pues en las mesas de las bodas
también hay uno. Dependiendo de a quién preguntes puede que no coincidan, pero
haberlo, haylo. Y puede que más de uno también.
El raro
¿No tenéis un amigo extraño? En todas
las pandillas (qué palabra tan viejuna) hay un tío raro (y sí, suele ser tío).
No es mala persona, y le tienes cierto cariño, pero nunca has sabido por qué
sois amigos. Seguramente él tampoco sabe por qué, pero os seguís viendo. Pues
ése, que es amigo del novio, o de la novia está en tu mesa. Y sigue siendo raro.
¿Qué hago yo aquí?
Más perdido que Falete en un
gimnasio. Si le preguntan el nombre de los novios, probablemente acierte uno o
ninguno. No conoce a nadie, excepto a su pareja y durante esa noche, en muchos
momentos, seguro que desearía no haberla conocido. Más larga que la noche de
bodas para el marido de la Duquesa de Alba.
Por suerte, también
hay buena gente. Agradable, divertida, con un trato exquisito, amigo de sus
amigos, simpáticos, amables… Pero están en otra mesa.
A veces, cuando me pongo a pensar sobre qué escribir en el blog, se me ocurren muchas cosas. Luego me doy cuenta de que alguien ya ha escrito sobre ello, y el cabrón o cabrona lo ha hecho mejor. Otras veces tengo una idea y cuando llevo un buen rato escribiendo, me digo “pero si de esto ya he hecho un post”. Y otras veces, directamente no pienso. Esta vez voy a escribir sobre cosas que ya se han escrito. Pero vamos a hacerlo de otra manera. Y os explico por qué. Pues “resultadeque” estaba leyendo una crítica de una película y no terminé de entender si me estaban recomendando verla, si era muy mala, o me comprara un Opel Corsa. No comprendí nada. Yo creo que los críticos de cine, como escriben a oscuras en la sala de cine, pues luego no entienden lo que han puesto y tienen que inventar, y de ahí lo de “la levedad inescrutable del personaje tiene connotaciones que nos recuerdan el sufrimiento crónico de la sociedad en un ambiente que recela de todo…” Y ahí estás tú l
Esta semana no me voy a meter con las cosas religiosas, a pesar del título (y de que a veces te ponen las cosas a huevo). Aunque los que pintan algo en la iglesia (no me refiero a la señora que hizo el garabato en Borja), se metan en las cosas de los demás, no lo voy a hacer yo. No hagas a los demás que te hagan como yo quiero al prójimo… (Creo que es algo parecido, pero es que ese día me cambié a Ética y me perdí la clase de “Reli”). Esta semana os quería hablar sobre los nombres. Pero no el nombre del padre o del hijo (de verdad que hay nombres de hijos que son para matar al padre y para que le dé un ataque al Espíritu Santo. No tenéis más que pensar en algún Kevin Costner de Jesús, “Yosuas” y Samantas). Hablaremos de los nombres comunes. Hay padres hijos de… Porque vamos a ver ¿Quién pone el nombre de las cosas? A los animales, a las flores, a las ciudades… ¿Dónde está el responsable? ¿Con quién hay que hablar para que se ponga orden? ¿Y qué es este sindiós de
Oscar, Goya y otros señores que dan premios a los peliculeros El otro día estuve viendo (ya, ya sé que esta es la típica forma de empezar un monólogo, pero es que así fue) la gala de los Goya y me detuví (¿O se dice detenguí?) a pensar. No me pasa muchas veces. Lo de detenerme sí, me refiero a lo de pensar. Y pensé que todas estas galas, los Goya, Oscars y todos estos señores que se dedican a dar premios, son muy similares, por no decir parecidas (o como se diga). Sale una señora, o un señor, a presentar la gala. Y canta, y baila, y cuenta chistes, y sonríe, y habla con el público y se mete con las autoridades competentes y otra vez a sonreír. Y volver a presentar a gente que entrega los premios al mejor guion, a la mejor actriz, la mejor iluminación, y la música más original, a la música menos original y así hasta que eligen la mejor película. Todo ello votado por los señores de una Academia. Y cada vez es una academia distinta. Y son academias que no conoce nadie, ni siqui
Divertimento a tope. Genial.
ResponderEliminarGracias!!
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