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Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

Sí sí sí, el bombo ya está aquí

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¡Albricias! Celebremos con regocijo (quienquiera que sea regocijo) la buena nueva. ¡Manolo podrá tocar su instrumento de nuevo!   Para los despistados. Hablamos del bombo de Manolo, un señor que es famoso por tener un bombo. Como Bartolo con la flauta, pero en versión bombo. Ya, ya sé que llego un poco tarde a la noticia, pero es que hay cosas que necesitan tiempo para digerir, y reconocer su importancia. Y es que era un clamor. La gente preocupada, no se hablaba de otra cosa, un sinvivir, noches sin dormir (una, pero sin dormir… bueno, en realidad sí que dormí, pero no muy bien… El calor no ayudaba) ¿Por qué es tan importante que Manolo tenga su bombo? ¿De verdad os lo tengo que explicar? Está bien, allá vamos.

Salutaciones, abrazamientos o cosas que pasan al saludarse y al despedirse

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Hace algún tiempo ya proponía regular las reglas de urbanidad y ya hablábamos de que es necesario que alguien ponga orden en la forma en la que nos saludamos o nos despedimos. Y es que no es nada fácil. Hay gente que te abraza nada más conocerte, otros no quieren que les toque ni la lotería, algunos dan besos al aire y tienen que hacer el muá con la boca como si fueran un ventricu… ventrílu…, como José Luis Moreno y los muñecos de Maricarmen… Vamos a ver si nos ponemos de acuerdo.

Si yo fuera o fuese rico

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Todo el mundo tiene sus sueños. Y por la mañana temprano, mucho más. Pero esa es otra historia. Todos hemos imaginado en alguna ocasión qué haríamos si fuéramos o fuésemos ricos (alguna vez nos tendrán que explicar por qué nos han dado la opción de decirlo de las dos formas, y no podemos escribir almóndigas y cocretas como nos dé la gana). ¿¿Por qué?? ¿O nunca has pensado lo que harías (o harieses) si estuvieras forrado? (como un libro de texto a principio de curso ;))… Quiero decir si fueras rico, muy rico, asquerosamente rico. Vale, todos lo habéis hecho alguna vez. ¿Pero a que nunca has pensado en lo que NO harías si fueras muy rico? Yo sí. Y como me caes bien, te lo cuento. Vamos allá

Todos llevamos un Mr. Bean dentro

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No me digas que nunca te has sentido un poco, o mucho, como Mr. Bean. Que quieres hacer algo y al final te tienes que reír de lo mal que te está saliendo. Tú pones todo el empeño en que las cosas salgan bien, y la lías más. Como cuando dejan a nuestro presidente con un micrófono. Y es que en el fondo todos somos sentimientos y tenemos seres humanos… Hay gente que ni tiene seres humanos ni sentimientos, ni sentido del humor, ni momentos Mr. Bean.   Me explico. Pero tenéis que estar atentos y no distraeros con el teléfono…

Certificado sea tu nombre, venga a nosotros…

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Por motivos ajenos a mi voluntad me he visto en la obligación de meterme en papeleos. Nadie en su sano juicio quiere hacer estas cosas. Mira los funcionarios. ¿Por qué te crees que van a tomar café? Para no hacer gestiones. Ahora es cuando los funcionarios me han dejado de leer. Lo retiro. De verdad que me encanta hacer gestiones con vosotros. ¿A quién quiero engañar? Pero la culpa no es sólo de los funcionarios. Os explico por qué no me gustan los gestionamientos papeleros de toda índole.