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Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

Me dan miedo 9 de cada 10 dentistas

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¿Os acordáis del anuncio en el que todos los dentistas (menos uno) recomendaban el chicle sin azúcar? ¡Qué cabrón! Ya le estoy viendo repartiendo chicles con terrones de azúcar, bolsas enteras de chuches y caramelos a las puertas de los colegios. Pues sí, el famoso  dentista que recomendaba Trident con azúcar era el mismo que se apostaba en los colegios para dar “droja” camuflada a los niños. ¡Mala persona donde las haya! ¡El mismo tío! Y todo para que vayas a arreglarte los dientes.  Yo nunca vi a nadie en la puerta de mi cole repartiendo caramelos, pero si todo el mundo habla de él, seguro que existía. Lo que pasa es que Carabanchel no le pillaba a mano o algo, y no trabajaba la zona. De hecho, para demostrar que existía, ahí tenemos información sobre él en la Frikipedia (fuente fiable donde las haya).  Como os decía en el título, tengo miedo a 9 de cada 10 dentistas. Como sólo conozco a 5 o 6 aún no he dado con el odontólogo bueno. Existirá, no lo dudo, pero aún no le h

Se prohíbe terminantemente

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Siempre ha habido cosas, algunas con sentido, otras con algo menos, que no están permitidas. Otras van más allá, y están terminantemente prohibidas. ¿Alguna vez os habéis preguntando qué significa terminantemente? La RAE dice: de manera terminante o concluyente… Parece que los señores de la RAE no estaban muy finos cuando escribieron la definición. Yo tengo la mía propia. Creo que viene a ser algo así como: Prohibido por Cojones. Como quedaba feo escribirlo así, se ha elegido la opción culta. Antes que prohibir, es preferible pedir las cosas con educación. Como los señores que escribieron este cartel.  ¿A qué viene todo esto?  Terminantemente porque me sale de ahí, y también por un par de noticias que tienen algo que ver con el tema de las prohibiciones. 1.- En las fiestas de Fuengirola (Fungurola para los señores que vienen con chanclas y calcetines) se autorizará todo tipo de música siempre que esté en español y se prohibirá una serie de géneros como el rap, ritmos

Yes I can

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O sería mejor decir, Yes I could. ¡Lo conseguí! ¡Lo he dejado! ¡No jodas! ¿En serio? ¿Qué tal lo llevas? ¡Me alegro un montón! ¿Cómo lo has hecho? ¡No puede ser! ¿Ves como podías? ¡Bien! ¿Te ha costado mucho? Algunas de estas frases, o todas a la vez, son las que llevo escuchando desde hace más de un mes. Exactamente desde el mismo día que decidí contarle a mi familia, amigos y conocidos (sin usar Facebook, Twitter o cualquier otra red social) que lo había conseguido. ¡He desinstalado Candy Crush del teléfono! ¿Qué? ¿Cómo se te ha quedado el cuerpo? Esto sí que no lo esperabas. Fuerza de voluntad que se llama. Envidia ¿eh? Yo solito. Sin ayuda ni nada. Ni sesiones de hipnosis, libros de autoayuda, ni medicamentos, sin parches, sin alcohol, sin aditivos. Así a pelo. Pasaré unos días en un centro de rehabilitación, y en breve estaré con vosotros de nuevo.   Vale. No sabes, y te da exactamente igual, qué cojones es Candy Crush. Pues es un juego que… (¡Coñ

El gym II, ¿Hay alguien ahí?

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“Priviusly” en Un Cigarrito y a la Cama (qué me gusta cuando empieza así un episodio de una serie. Es lo que viene siendo un “pues como te iba diciendo”, pero en versión TV) os contaba las aventuras y desventuras de apuntarse, por primera vez o ser reincidente, al gimnasio .  Llegó el día, no hay más excusas, aunque las busques. Has decidido ir al gimnasio y nada ni nadie puede detenerte (parece una canción de Los Dinaramos y los   Pegamoides contra Fangoria en Alaska ). Realmente estás deseando que alguien te detenga, incluso la policía.  Pagarías porque tu jefe te pusiera una reunión de trabajo a las 8 de la tarde o que hubiera una invasión extraterrestre (olvídalo, los señores marcianos y de planetas aledaños sólo van a Estados Unidos y preferentemente a la zona de Nueva York). Tampoco te importaría encontrarte con aquel tío al que evitas en cualquier otra circunstancia y tomarte esa cervecita de la que llevas años hablando (la de “a ver si quedamos y nos tomamos una cervez

El gimnasio I, el retorno

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Probablemente el título os parezca algo extraño. ¿Cómo va a ser la primera parte y llamarse el "retonno"? Antes de volver, habrá que haber ido ¿no? Paciencia, que todo tiene su explicación. Que levante la mano el que haya pensado alguna vez en ir al gimnasio. Vale, casi todos. Y ahora, que levanten la mano los que además, se han informado de la relación calidad/precio de todos los gimnasios de los alrededores, se han acercado a alguno, han hablado con la señorita o el señorito de recepción para que les cuenten las diferentes formas de pago, han visto las instalaciones, se han convencido, han pagado la matrícula y piensan: “Bueno, ya hemos hecho lo más difícil. Ya si eso, me acerco otro día”.  http://www.elmundotoday.com/2011/06/abre-el-primer-gimnasio-para-personas-que-luego-no-iran/ Yo me he llegado a tirar más de 6 meses sin pasarme ni un solo día por el gimnasio (estos datos son según mis propias fuentes, según las de mi novia, serían cuatro o cinco años).