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Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

¿Y sobre qué escribo yo ahora?… Cosas que pasan todas las semanas

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Algunos me preguntáis (no os voy a decir cuántos exactamente para que no os deis cuenta de que me lo estoy inventando) de dónde saco las ideas para escribir en el post. Yo también me lo pregunto. Y es que hay semanas en las que pasan tantas cosas que no es fácil elegir. Que si se descubren planetas allende las galaxias (¿o allende sólo sirve para los mares?) o que el Presidente dice alguna frase antológica (esto sirve para cualquier presidente de cualquier país, lo que pasa es que a algunos extranjeros no los entendemos…. Y a algunos españoles, tampoco). ¿Queréis saber de dónde saco las ideas? Pero me tenéis que prometer que no se lo vais a decir a nadie. No vaya a ser que se ponga la gente a escribir “blojes” (el plural de blog, es blojes, de verdad de la buena). Como dice Rafa Nadal, vamos.

Cien posts sin soledad o los 100 desmontaditos

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Todavía recuerdo lo jóvenes que erais cuando empecé con el blog. Un grupo de mozalbetes que correteabais alegres por el prado como Heidi tras Copito de Nieve. Por error, hemos tomado una imagen en la que Copito de Nieve no corre delante de Heidi. “Lamentamos las disculpas”. Parece que fue ayer y ya vamos por el post número 100. Casi ya dos años desde que os explicaba por qué decidí llamar al blog Un Cigarrito y a la Cama . Ahora ya no hay cigarrito (sí que hay, pero ya no fumo. Cama sigue habiendo, y lo dejamos ahí) pero no es plan de andar mareando con el cambio de nombre. ¿O se cambia de nombre Puri después de cometer actos impuros? ¿Soledad se llamó de forma diferente el día que contrajo matrimonio? ¿Y Ascensión cuando baja en…? Ya paro. Creo que pilláis por dónde voy. Durante este tiempo he intentado no hablar demasiado de los políticos. Aunque algo he dicho sobre “Peranzaguirre” o Ana B. (menos de lo que se merecían), creo que he sido demasiado bueno con ello

Pase sin llamar

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  Ya os hablé hace poco de los peros . Esos pequeños cabrones que joden muchas frases. Yo no quería , pero… Le comprendo perfectamente , pero…, tiene usted razón , pero. La historia que os voy a relatar es un SÍ, PERO de libro. Pero (qué me gusta la palabra) no os la voy a contar yo. Y esta vez es cierto que no escribo yo. Ni Mariló o Calatrava , ni mi primo americano , ni Ana Botella . Os daréis cuenta inmediatamente porque está muy bien escrito.   La explicación es la siguiente. Isabel Blas , amiga escritora y seguidora de este blog (no le preguntéis por qué, no vaya a ser que deje de leerlo), me envió un correo adjuntando un par de cartas dirigidas a la Seguridad Social. Me comentaba que quizá podría utilizarlas en el blog y escribir sobre el tema. Yo, que soy rebelde porque el mundo me hizo así, no voy a hacer caso a Isabel y prefiero publicarlas (eliminando direcciones de la carta y fecha) tal cual me las ha enviado ella. Al principio pensé en “ficcionar” (no c

Horror en el Supermercado

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Con el título no me refiero a las cajeras y cajeros del Día (bastante tienen con lo suyo y su, de sobra conocidos por todos, buen humor y amabilidad), sino a la sensación que tuve el otro día al hacer la compra. ¡Me habían cambiado por completo la distribución de todos los productos en el Supermercado.  Yo que siempre hago el mismo recorrido (da igual lo que necesite) para que no se me olvide lo que debo comprar.  Ya nada era lo mismo. Mi vida no tenía sentido. Me sentía más perdido que “Charton Jeston” al final de El Planeta de los Simios.  ¿Dónde están los “yugures”? ¿”Ande” andan los embutidos! Pensaréis que estoy exagerando, y lleváis razón, pero hay que darle un poco de emoción a la cosa. Estaban remodelando el centro al que suelo ir a comprar. Permitidme que obvie el nombre del supermercado para no hacerles publicidad gratis, pero es un sitio que cada vez que lo decimos, los gabachos se descojonan por nuestra pronunciación. Amigos franceses, el nombre se lo habéis puesto

Callejeros futboleros

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Hace unos meses me preguntaba en un post si me gustaba el fútbol , y definitivamente, me gusta. ¡Ojo! sólo el fútbol, el resto de cosas que le rodean me toca bastante las narices (me parecía demasiado duro poner cojones en el primer párrafo… igual ya es demasiado tarde). Procuro no leer demasiado sobre los pre-partidos, las predicciones de los periodistas, entrevistas a los entrenadores, al que le depila las cejas a la estrella del partido, el tatuador del portero suplente, el típico reportaje del tío “grillao” que predice que el resultado va ser 3-0, o 4-0 (esto no va con segundas) y casi nunca aciertan. Odio a esos aficionados a la puerta del estadio berreando y animando a su equipo, insultando al contrario y diciendo que el Sporting Real o el F.C. Racing es el mejor del mundo y los otros son lo peor (¿Todo lo tienen que decir a gritos?). Busca a esos mismos al terminar el partido si su equipo ha perdido. Habría que echar al máximo goleador, al masajista y a la taquillera del fo

Suspiros de España

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Para algunos jovenzuelos, el título del post de esta semana les sonará más a un nombre de colonia viejuna o a alguna película de esas en blanco en negro en las que salía Lola Flores, Carmen Sevilla o Paco Martínez Soria (espero que no penséis que estaban todos juntos ¡Qué horror!).  Pues bien, Suspiros de España es un pasodoble (para seguir con cosas con solera) que simboliza la nostalgia del país perdido y me sirve para contaros la segunda parte del post de la semana pasada en el que os decía que el extranjero ya no es lo que era .   Os dejo la versión de Suspiros de España por Diego El Cigala. Que guapo guapo no es, pero cantar se le da bien.  Pero no siempre fue así. Hace unos años, sí que había diferencias y el extranjero estaba lejos (creo que siguen sin haberlo cambiado de sitio), pero todo era distinto. También había españoles por el mundo, madrileños por el mundo, toledanos por Murcia…(y todas las variantes de un mismo programa). Pero no eran tan guays como los d