Blog de Javier Merchán. Ríete tú de las fake news de Donald Trump. Me invento todos los contenidos, pero no espero que nadie se los crea.
Escribo sobre cosas importantes sin tomármelas en serio.
¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He
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A casa a trabajar
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Esto es como la canción de los enanitos que iban a casa a descansar, pero al revés. En este caso todos a casa a trabajar, y sin silbar ni nada, que seguro que los vecinos también están trabajando.
No te olvides que tienes que comprar pan, agua, leche natada o “desganada”, 1000 latas de atún, arroz como si fueras a abrir 10 restaurantes japoneses, y papel higiénico. Ahí lo dejo a tu libre elección. No me voy a meter en si eres normal o si necesitas 50 rollos para una semana. Cada uno es muy libre de higienizar sus partes como quiera, o incluso hacer el "rimeik" de la momia.
El caso es que hay que teletrabajar. Ya habréis oído mil consejos para hacerlo de forma correcta. No trabajar en pijama, dúchate guarro; aunque no vayas a ver físicamente a nadie es importante no ser un gorrino. Lávate las manos, ordena tus horarios, ten un lugar de trabajo adecuado, no olvides hidratarte y mineralizarte, comprueba que tienes muchos “megapips” en tu conexión de Internet.
Pues ya está todo listo. Ten a mano tu boli rojo, tu boli azul, bic cristal que escribe normal, un borrador de tinta, que no borra pero destruye el papel, sacapuntas, rotus de colores, papel, lápiz y bic naranja que escribe fino. El ordenador, a ser posible, también lo enchufas. El móvil, no lo muevas mucho. Y una silla cómoda, de las que dan vueltas.
Pues ya estás preparado, listo, ya. Pero, te falta un pequeño detalle. ¿Qué hacer si eres un equilibrista del circo del Sol? Trabajar desde casa se me antoja un poco difícil. Tendrás que ir al Circo del Sol, de día o de noche, pero no puedes traerte el circo a casa… ¿No?
Mantener el equilibrio
A lo mejor el equilibrista es el que menos complicado tiene para trabajar desde casa, siempre hay lámparas a las que subirse, camas, que pueden ser más o menos elásticas, y otras cosas para hacer juegos “calamares”. Haces tus cosas tú solo o en pareja, que esta gente se suele casar entre ellos, porque suelen ser parejas equilibradas (en la cabeza no, que estoy estudiando), luego lo subes a Youtube y a hacerte influencer. Cualquiera puede ser influencer si se lo propone.
Seguimos en el circo
Tener un león en casa no me parece una opción muy adecuada. Aunque tu mujer te diga que eres un tigre en la cama, que seguramente lo eres, me refiero a otra cosa. No es sencillo trabajar de domador desde casa. El león, es posible que entre en un apartamento, si está bien amaestrado, pero meter a los elefantes en un edificio, por muy grande que sea tu ascensor, no es aconsejable. Vas a tener que salir de tu zona de confort y domar otra clase de bichos. Mosquitos, pulgas (las de jamón ibérico están buenísimas), cucarachas, para que puedan caminar, palomas mensajeras para ahorrar en WhatsApp y mandarla a hacer la compra. Y de paso, dejas a todos esos bichos como los tigres y los leones fuera del circo y llevarlos a la selva salvaje. Perdón, me falta una coma. Llévalos a la selva, salvaje.
Hablando de domesticar
Esos profesores de instituto que tienen que lidiar con bichos mucho más peligrosos que los domadores. Pongamos que estamos hablando de un profesor de matemáticas. Les tienes en casa una semana entera y les explicas muy bien explicado lo de encontrar la X y la Y (las demás letras no están tan escondidas). Luego de los números enteros, los cuartos (para explicárselo a los demás en Nochevieja), algoritmos (el mejor, sin duda, es el algoritmo de la noche), a hacer derivadas, que van a ser superútiles en tu vida… Y así de lunes a viernes, durante 8 horas. Y ya que coja vacaciones hasta que se pase el Coronavirus.
Juzgando, pero cosas de casa
Llevarse a los testigos a casa (los de Jehová igual se pasan). Traerte a los fiscales, a los acusados, a los acusicas, a los abogados y al señor que dice que se levanten que llega su señoría. Todos en tu casa. Pues no es plan porque todos esos también tienen que trabajar desde casa. El juez tendrá que juzgar cosas de su casa. Como el color de las paredes, si está bien guardada la ropa, si todo está limpio…. Castigar a sus hijos (por supuesto arresto domiciliario).
Ladrones sin guante
Robar en casa está feo, pero es lo que hay. Ya que eres el principal sospechoso, no hace falta que tomes precauciones. Ni borrar las huellas, ni utilizar ganzúas, ni nada, con tus propias llaves. Otra ventaja es que no hace falta que rebusques en los cajones ni mires detrás de los cuadros para ver si tienen algo en la caja fuerte. Todo controlado. Vas a tiro hecho. Que se note quién es el que manda.
Vendedor de grandes almacenes
Nada más lejos de mi intención que relacionar los ladrones con los grandes almacenes. Dicho esto, los señores de los grandes almacenes tendrán que llevarse el trabajo a casa. A cada uno se les asignará una cantidad de ítems (posiblemente la palabra más pedorra del mundo) y unos clientes de oficio. No faltarán el cansino que se prueba todo y no compra nada, una señora con un adolescente enfadao, y un japonés (que por supuesto no sabe qué hace en casa de un vendedor).
Pilotas y pilotos
Pilotas de aviones, no de las que le gustan al niño mallorquín (que igual también le gustan las de los aviones). Pilotas o pilotos. No se les asignará un avión, ni de los pequeños, pero van a tener que estar practicando con simuladores (no, no son señores que están ahí silbando y haciendo como que no pasa nada. Esos son disimuladores). A lo que vamos, que tendrán que estar ahí como si jugaran a la Wii, pero despegando, aterrizando. Mientras, los aviones los llevarán los pilotos automáticos, que esos no se infectan.
Espía como puedas
Los espías tampoco podrán salir de casa y tendrán que hacer sus cosas de espiar sacando la cabeza por la ventana o asomándose por la terraza, como se ha hecho siempre. Cuentan con tecnología más avanzada que unas cortinas y la mirilla de la puerta, pero el trabajo se circunscribirá (la virgen, ¡Qué difícil es escribir la palabra circunscribir!) al entorno más cercano. Eso sí, ¡Qué tiemblen los vecinos! Con menos hizo una peli Hich, Hitsc, el afamado mago del suspense.
Cheerleaders y animadores varios
¡Dame una C! ¡Dame una A! ¡S! ¡A! Desde casa no se anima bien. Yo lo intento cada vez que veo al Atleti, pero no me hacen mucho caso. Y mira que les digo cosas inteligentes, como por ejemplo decirle al entrenador que no tiene ni puta idea, o aconsejarle a un futbolista (quizá con un poco de vehemencia) cómo se tiene que tirar un penalti. A un señor que se dedica a jugar al fútbol y gana muchos millones. En algunos estadios es probable que no se note que no hay animadores (no quiero mirar a nadie). Igual sí quiero mirar a alguien, pero de buen rollo.
Hacer casas
Tampoco es sencillo hacer otras casas desde tu casa. Puedes hacer el plano (mejor con licencia, como James Bond), diseñar interiores y exteriores. Y también puedes ir practicando con fichas de Lego para perfeccionar tu técnica en la colocación de ladrillos e incluso ir haciendo el cemento. El secreto está en la masa.
Esos lanzadores tirando sus cosas por la ventana. Cuidado con las jabalinas. Eso sí, ya podéis llevar repuestos, que no vas a poder salir a buscar tu jabalina, o el disco o lo que sea que tiran con la cadena (no, no es un inodoro, es como una bola de petanca enganchada). Recomendamos encarecidamente que se cambien al tiro de boomerang (las oscuras golondrinas… ya me doy yo solo).
Semanas santas
Esto no va a ser cosa de unas semanas. Vamos a tener unos días con todo cerrado. Hasta las iglesias. Los curas se pueden poner de acuerdo para dar la misa por la tele (seguro que no se le ha ocurrido a nadie). Las hostias ya te las darán más adelante. En cuanto a los costaleros que tienen que sacar los pasos, este año les quitamos un peso de encima.
Fuerzos y fuerzas
No me he olvidado de los policías, ni de los militares o los bomberos, que también tienen difícil lo de trabajar desde casa. Muy larga tienen que tener la manguera. Guiño, giño. Los militares tendrán que defender a distancia, o invadir estilo Gila. Ya atacaremos cuando se os vaya la fiebre. Los polis pueden detener a los vecinos… con sus esposas (menos mal que no podéis venir a cada a pegarme una paliza).
Más difícil lo van a tener los acomodadores de cine o teatros. En casa no hay demasiada gente para acomodar. O los granjeros, que siempre pueden pedir a las vacas que se ordeñen solas. Lo de buscar la noticia también estará complicado para los periodistas. Siempre pueden inventárselas, no sería la primera vez.
Ya va siendo hora de que os pongáis a trabajar, que el país no se va a levantar solo. Pero ahora que tenéis tiempo podéis repasar algunos posts antiguos. Que igual os hago un examen y es mejor que estéis preparados.
Es broma, no os voy a hacer examen. Pero lo que si hay que tomarse en serio son los consejos de las autoridades, aunque tengan poca autoridad, y os cuidéis mucho para que no os pille ningún virus.
Y no os olvidéis de quedaros en casa y hacer el favor de no poneros malos.
A veces, cuando me pongo a pensar sobre qué escribir en el blog, se me ocurren muchas cosas. Luego me doy cuenta de que alguien ya ha escrito sobre ello, y el cabrón o cabrona lo ha hecho mejor. Otras veces tengo una idea y cuando llevo un buen rato escribiendo, me digo “pero si de esto ya he hecho un post”. Y otras veces, directamente no pienso. Esta vez voy a escribir sobre cosas que ya se han escrito. Pero vamos a hacerlo de otra manera. Y os explico por qué. Pues “resultadeque” estaba leyendo una crítica de una película y no terminé de entender si me estaban recomendando verla, si era muy mala, o me comprara un Opel Corsa. No comprendí nada. Yo creo que los críticos de cine, como escriben a oscuras en la sala de cine, pues luego no entienden lo que han puesto y tienen que inventar, y de ahí lo de “la levedad inescrutable del personaje tiene connotaciones que nos recuerdan el sufrimiento crónico de la sociedad en un ambiente que recela de todo…” Y ahí estás tú l
Esta semana no me voy a meter con las cosas religiosas, a pesar del título (y de que a veces te ponen las cosas a huevo). Aunque los que pintan algo en la iglesia (no me refiero a la señora que hizo el garabato en Borja), se metan en las cosas de los demás, no lo voy a hacer yo. No hagas a los demás que te hagan como yo quiero al prójimo… (Creo que es algo parecido, pero es que ese día me cambié a Ética y me perdí la clase de “Reli”). Esta semana os quería hablar sobre los nombres. Pero no el nombre del padre o del hijo (de verdad que hay nombres de hijos que son para matar al padre y para que le dé un ataque al Espíritu Santo. No tenéis más que pensar en algún Kevin Costner de Jesús, “Yosuas” y Samantas). Hablaremos de los nombres comunes. Hay padres hijos de… Porque vamos a ver ¿Quién pone el nombre de las cosas? A los animales, a las flores, a las ciudades… ¿Dónde está el responsable? ¿Con quién hay que hablar para que se ponga orden? ¿Y qué es este sindiós de
¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He
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