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Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

10 Casos y cosas que dan susto y casi muerte

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Normalmente suele ser una cosa o la otra. O susto o muerte. Pero hay ocasiones en las que estás a punto de morir del susto. Y de esas veces es de las que vamos a hablar. Y es que me gustan los finales felices, que para  finales tristes ya teníamos a Verano Azul. Son esos momentos en las que las cosas salen bien, pero las has pasado putas por un rato, largo o corto, da igual. Pero muy malamente. Como cuando acaba una canción de King Africa. Menudo alivio. Y lo mal que lo pasas mientras este señor caaaaanta (o habla rápido). O cuando estás a punto de quedarte dormido y piensas que te vas a caer o que te vas a dar un golpe y te despiertas sobresaltado… Ufff, no era más que un sueño. Pues te voy a contar esos pequeños momentos microinfarto:

Yes I can

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O sería mejor decir, Yes I could. ¡Lo conseguí! ¡Lo he dejado! ¡No jodas! ¿En serio? ¿Qué tal lo llevas? ¡Me alegro un montón! ¿Cómo lo has hecho? ¡No puede ser! ¿Ves como podías? ¡Bien! ¿Te ha costado mucho? Algunas de estas frases, o todas a la vez, son las que llevo escuchando desde hace más de un mes. Exactamente desde el mismo día que decidí contarle a mi familia, amigos y conocidos (sin usar Facebook, Twitter o cualquier otra red social) que lo había conseguido. ¡He desinstalado Candy Crush del teléfono! ¿Qué? ¿Cómo se te ha quedado el cuerpo? Esto sí que no lo esperabas. Fuerza de voluntad que se llama. Envidia ¿eh? Yo solito. Sin ayuda ni nada. Ni sesiones de hipnosis, libros de autoayuda, ni medicamentos, sin parches, sin alcohol, sin aditivos. Así a pelo. Pasaré unos días en un centro de rehabilitación, y en breve estaré con vosotros de nuevo.   Vale. No sabes, y te da exactamente igual, qué cojones es Candy Crush. Pues es un juego que… (¡Coñ