Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

Descubriendo cosas

El otro día, expresión que puede ser utilizada para ayer, cualquier día de la semana pasada, o el 12 de octubre de 1492, me recomendaba una aplicación de música sueca a la que estoy suscrito que tiene nombre de campo de fútbol del F.C. Barcelona, que escuchara un determinado grupo musical.

La aplicación, que no diré cómo se llama, (aflojad la pasta. Ya no te digo que me suelten el dinero que le han pagado al Barça, pero algo así como lo que cobra un jugador… No hace falta que sea uno consagrado. Puede ser uno de estos nuevos, Pedri o Gavi… Los que parecen los niños de San Ildefonso. Yo con eso ya me conformaba). Así, que “Putifai”, no voy a darte publicidad gratuita.

El caso es que, buscando música, el programa en cuestión me daba una opción para descubrir algo nuevo. Y me recomendaba a los Bee Gees (estos chicos que están empezando a cantar), Genesis (el libro no, el grupo. Que son casi de la misma época), las Spice Girls, Take That, Dire Straits… Yo ahí echo de menos algo de Mozart y lo último de Beethoven colaborando con Bizarrap.

Igual la palabra no era la más adecuada. Pero ¿Quién soy yo para contradecir al señor “putifai” y sus algoritmos de la noche? Quizá sería mejor, “volver a escuchar”, “redescubrir”, “jovenzuelos, hay música más allá del reguetón y esas mierdas que escucháis ahora”, pero ¿DESCUBRIR? Y para que veáis que no os miento, aquí tenéis la recomendación.

Ahora que me fijo es incluso peor. Dice: “Discover something new”. Que en español viene a ser algo así, como “prueba esta música del Imperio Austrohúngaro que es posible que no hayas oído nunca. A lo mejor te gusta lo que escuchaban tus abuelos yeyés”. ¡Algo nuevo!

Es muy probable que yo tenga las expectativas muy altas con la “descubrición”. La RAE, que es una señora muy lista, dice que descubrir es encontrar una cosa cuya existencia se desconocía. Pero no te dice exactamente si vale con el que el que la encuentre no la conociera. Me explico. Colón no sabía que América estaba ahí. Llegó, vio y dijo. “Coño, he descubierto esto”. Igual con estas mismas palabras no, pero pilláis la idea. Él no sabía que allende los mares había tierra. Y montañas, y lagos. Él se encontró una cosa cuya existencia desconocía. El otro día. Que ya sabéis, que también puede ser el 12 de octubre de 1492.

Te imaginas que te encuentras con una de las Spice Girls, con cualquiera que no sea Victoria, que es muy estirada y le dices. “Oye, que te he descubierto”. Y las otras cuatro, que es posible que no sean tan estiradas, pues es posible, que también pasen de ti. O al “Bee Gee” que sigue vivo, le das así un golpecito en el hombro para decirle que te encontré. Que te descubrí. Cántame, (le dijiste cántame). No hace falta que sea de verdad. Aunque sea en falsete.

Esos pantalones tan apretados no podían ser buenos para el cante. Ni para el baile. Mira los raperos que van todos en chándal. Confort, ante todo. No cantan igual, pero van mucho más cómodos. Y así pueden hacer sus cositas con los brazos.

Igual que descubres un conjunto musical (¿Puede haber expresión más antigua?), también puedes hacer lo mismo con un restaurante. No sé yo si el dueño del local le hará gracia que llegues allí con tus colegas, plantes la bandera y les digas que lo has descubierto, y que te pongan de comer. Por el Rey, o por la República. Por lo que sea. Ya te digo yo que, aunque sea muy monárquico el dueño o dueña del establecimiento, pues no le va a gustar.

O un cineasta. O una pintora. Que también puedes descubrir a un señor o señora que escriba. Vas por la calle y lo mismo estás frente a la nueva J. K. Rowling Stone. La de Harry Potter. “Hola. Te he descubierto. Escribe un par de libros. ¡Pero ya!”. O a Carmen Mola. Bueno, a esa la han descubierto un par de secretos… O tres.

Se pueden descubrir infinidad de cosas. Todo depende de lo que desconozcas que exista. La Teoría de la Relatividad. Que ya está descubierta, pero si tú no sabías que estaba ahí, pues ya lo tienes. O que desayuno viene de des y de ayuno. Dejar de ayunar. Y en inglés igual, break-fast. Romper el ayuno. Los portugueses, que para algunas cosas son muy poéticos, para el desayuno no tanto. Le llaman “pequeno almoço”. Que parece el título de un libro infantil, pero no.

Bueno, tampoco os voy a entretener más que tendréis cosas que hacer. O descubrir. Anda que no hay cosas por ahí, sin ser descubiertas. Venga, a descubrir cosas. Que las cosas no se descubren solas.  




Comentarios

  1. Pues si es interesante descubrir cosas, pero, claro, avisando primero.....

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