Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

El del fondo

Aunque pudiera parecerlo por el título, no os voy a hablar del baño. Que suele estar al fondo a la derecha. O a la izquierda, según se mire. O según dónde lo hayan puesto.

Ahora que estamos todo el día con noticias sobre comisiones, dinero público, privado, gente que no sabe lo que hacen sus primos, sus hermanos o sus primos hermanos. Primos y dinero. No hay dinero sin primos. Somos unos primos con nuestros dineros… Había muchos posibles títulos, pero me voy a explicar. Atentos y atentas, que os veo muy distraídos.

En la antigüedad, A. B., o sea antes del Bizum, y de las tarjetas, las amarillas, las rojas y las de los bancos, había una figura en todos los grupos de personas humanas. Sí amigos. El del fondo. Todo un figura. ¡Un aplauso al del fondo! Que igual puede ser del fondo norte o del Sur.

Para que os hagáis una idea, el del fondo era como hacienda. Se ocupaba de que no se fuera nadie sin pagar. Eso sí, todos pagaban lo mismo. “¿Cuántos somos? ¿10? ¿Ponemos 6 euros cada uno? (en realidad eran 1000 pesetas, pero tampoco daba como para comprar “Ferrarises” ni “Astones Martínes”). En esa época lo más parecido que había a un Aston Martín, era esto.

Podéis hacer cuentas. 10 personas a 6 euros cada una, serían 60 euros. Y eso servía para tomar unas cañas, una de bravas o una de chopitos y poco más. Eso sí. No había comisiones por haber sugerido el bar, o por haber conseguido que el camarero pusiera aceitunas y patatas fritas. Las cuentas claras.

El del fondo recibía la cuenta, en ocasiones jugaba al precio justo y el que ganaba se quedaba igual que estaba (no se juega con el dinero de todos), pagaba, nos informaba del precio total, explicaba cuánto había dejado de propina, nos daba la cuenta de resultados, nos decía si había dinero suficiente para tomar algo más, hacer una derrama o nos devolvía el dinero que no habíamos gastado, dividido equitativamente entre los 10 participantes. Hay administradores de empresas que trabajan bastante menos que el del fondo.

Todo esto sin recibir renume, remurema, re… sin ver un puto duro. A ver, verlo, sí que lo ve, pero no lo coge. Ni se le ocurre. No toca ni un duro, ni un euro, ni liras (ni ningún otro instrumento musical), ni ná, de ná. Nothing of nothing.

Además de para tomar cervezas, cenas entre amigos, también sirve para regalos de cumpleaños. No es que antes se regalaran amigos para el cumpleaños. Estoy en contra del trato de personas. En cumpleaños o en cualquier otra fiesta.  Quiero decir que suele ser el que se encarga de juntar el dinero para comprar algo al del cumpleaños. Cuando decimos algo, puede ser desde un libro, música (es que antes no había “elputify”), ropa, un apartamento en Torrevieja, un coche, cinco millones o cinco millones de coches.

¿No tienes un amigo del fondo? Igual los jóvenes y jóvenas ya no lo hacéis siquiera. A todos nos ha tocado alguna vez, pero yo he tenido la suerte de tener varios amigos del fondo. Verdaderos profesionales de lo suyo.

Para que veáis hasta qué punto se tomaba su trabajo uno de los mejores amigos del fondo que conozco, os voy a contar su caso. No es muy largo, lo prometo.

Mi amigo se llama Antonio, pero para guardar el anonimato le llamaremos Antoni. Pues a Antoni le tocaba siempre ser responsable del fondo cuando salíamos de viaje juntos. Con el fondo se pagaban comidas, meriendas, cenas, algún desayuno…. Todos los gastos estaban detallados hasta el último céntimo. Ríete tú de los papeles de Bárcenas. Ahí estaba todo apuntado. Facturas, albaranes, y hasta un par de cuadernillos Rubio.

Una mañana temprano, Antonio, perdón Antoni, que además de hacer sumas, restas, multiplicaciones y divisiones, y el resto de las operaciones matemáticas, era muy puntual, llegó un poco más tarde a la cita. Había pasado una mala noche.

Le faltaban 5 euros del dinero del fondo común. ¡5 euros! No pudo dormir pensando en los putos cinco euros. Ninguno de nosotros nos habríamos dado cuenta. Estaba muy preocupado. Desayunó cabizbajo, pensativo, dubitativo, y un café con leche. Sin churros, ni porras, ni tostadas. Nos contó el motivo de su aflicción, la causa de sus desvelos. También nos dijo que había puesto los cinco euros en el fondo y que para la próxima vez tendría más cuidado.

Y así pasó el día, hasta que de repente, vio la luz. Recordó dónde estaba el dinero. O, mejor dicho, en qué se había gastado el dinero. Había pagado del dinero del fondo, un paquete de tabaco. Volvió a pedirnos perdón, maldijo el tabaco, los cinco euros, a Lucky Strike, Winston, Churchill y a todas las marcas de cigarrillos.

Quizá algunos os quedéis con la moraleja de que fumar está muy feo. Y estaríais en lo cierto. Niños, no fuméis. ¡Caca! También es importante descansar por la noche. Dormir bien, es fundamental para una vida sana. Y dormir a pierna suelta (yo me suelo soltar las piernas antes de acostarme) es aún mejor.

Pero para mí, la moraleja es que deberíamos fijarnos más en nuestro amigo del fondo. Tú con tu dinero, haz lo quieras, compra tabaco, cerveza, piernas sueltas, Ferraris, Antón Martín y lo que se te ocurra, pero estamos hablando del dinero de todos. Que parece que como es de todos, no es de nadie.

“Es que a mí no me importa que me roben los míos”. Pues a mí, me jode más que me roben los míos. “Yo prefiero que se lo lleve alguien a quien conozca”. Pues yo no, y como el blog es mío, yo decido quién quiero que me robe. ¡Nadie! Ni conocidos, ni desconocidos, aunque vayan tapados, con o sin mascarilla. Y esto va para alcaldes, presidentes de comunidades, autónomas, de vecinos, de país, concejales, ministros, y todo tipo de personas. Incluso para los políticos. De todos los colores. Verdes, naranjas, morados, rojos, azules… Que aquí no hay racismo que valga.

¡Pues eso! ¡Y un saludo para Antonio, Antoni! Y para todos los del fondo. ¡Gracias!




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