Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

Cosas que no sabías de los juicios

Si estás leyendo el post desde España, es muy posible que estés familiarizado con los juicios. Entre los partidos del Barcelona y el Real Madrid, los concursos de gente que canta, anuncios de colonia y de apuestas, en la tele ahora puedes ver los juicios a algunos políticos.
Antes no conocíamos más que a la tónica Juez, o al juez de limón, pero ahora se van haciendo famosos los jueces, fiscales, abogados defensores, abogados mediocampistas…  Hoy te voy a contar algunas cosas que no sabías sobre los juicios. La mayoría de ellas, porque puede que no sean verdad.
¿Quién anda ahí?
En un juicio suele haber un juez, que es como el árbitro, pero sin jueces de línea, sin VAR, y del que no sabemos los dos apellidos. Luego está el acusado, el acusica, también llamado fiscal, y el abogado, que se encarga de defender al presunto culpable.
¿No hay nadie más?
A veces, es posible que haya testigos, algunos hasta de Jehová, y son los que tienen que decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. En realidad todo el mundo debería decir la verdad, pero se les escapa alguna mentirijilla. Hay juicios en los que hay entrada libre (consumición no creo que haya, te tienes que llevar tu propia bebida). En otros casos hay un jurado popular. Básicamente son como los de la Voz, pero no tienen una silla que se dé la vuelta o los de Factor X y tienen que decidir si el acusado es culpable o inocente. Lo complicado es que se tienen que poner de acuerdo… Por eso en España no está triunfando este modelo. No nos ponemos de acuerdo ni para coger dinero.

Es probable que no haya quedado suficientemente claro quién es quién. Vamos a intentarlo de nuevo.

Juez
Es el señor que tiene un mazo y va con una capa. No confundirle con Thor, aunque también se cabrea si le tocas el martillo. También les dicen señoría. Aunque se llame, por ejemplo Romualdo, no le puedes llamar por el nombre porque es desacato (si se llamara Jose Luís también sería desacato).  En algunos países, se ponen una peluca blanca, que parecen María Antonieta o alguno de los luises que reinaron en Francia, el XIV, XV o “deciseis”. En España no se ponen pelo, que nosotros sepamos, aunque cada uno es libre de hacer lo que quiera. Es el mandamás del juicio. (Me encanta la palabra mandamás… ¿Existirá el término mandamenos? Es para un amigo 😉

Acusado
También conocido como presunto culpable. Es el que tiene cara de asustado y tiene a su lado a un abogado. No lo tienen colgado, como creen algunas personas. Si no puede pagarse un abogado, se le asignará uno de oficio (siempre quise escribir esto y lo de tiene derecho a guardar silencio). El caso es que siempre les recomiendan ir al juicio con traje, calzoncillos limpios, corbata y la raya del pelo a un lado. Que puede que seas un asesino, pero si vas con traje das mejor impresión. Imagínate ir con chándal. Aunque no hayas hecho nada, vas a la cárcel seguro. ¡Ándate con ojo Rosalía! Los futbolistas que defraudan a hacienda se han librado porque van con traje en vez de ir con el pantalón corto y la camiseta.
Abogado
Son los que se saben todas las leyes. De pé a pá. Eso sí, son como los “penaltiles” en el fútbol, que todo es interpretable. Si te vas a la ley, por ejemplo, de matar está muy feo, que puede que no sea literal, pero para que lo entendáis, ellos se buscan las vueltas para decir que no está tan feo y que su defendido lo hizo en defensa propia. Además de saberse las leyes, los reconocerás porque están siempre cuchicheando con otros abogados, y con el presunto culpable y les dicen cosas como que no hables si yo no estoy presente. También son muy de protestar. Y andan siempre cabreados con los fiscales. Si ves a Robert de Niro, no le digas que eres abogado. No les tiene mucho cariño.
El fiscal
Es la parte contratante de la segunda parte. A veces se ponen peluca también, aunque tengan pelo debajo (seguimos hablando de la cabeza). Son los que defienden que todo sea legal, y representar a la sociedad en un juicio. Dicho así, parece que son buenos y los abogados malos. Pero ya sabemos que todo es interpretable. Fiscal viene de fisco (nada que ver con el futbolista del Madrid)… y eso casi nunca puede ser bueno. Seguimos hablando del Fisco.
Testigos
Testigo no tiene nada que ver con testículo, aunque podría parecerlo. Pero si te citan a declarar en calidad de testigo, tienes que ir… Por cojones. No te queda otra. El caso es que van al juicio y les preguntan cosas como qué pasó la noche de autos. ¿Os imagináis a Fernando Alonso de testigo en un juicio? ¿Dónde estaba usted la noche de autos? Esto vale para Fernando Alonso y para el dueño de una atracción de los coches de choque. ¿Por qué puso usted un disco de Camela en los coches de choque la noche de autos? No os perdáis el vídeo por si hay que meter a alguien a juicio. 
Jurado
Son los que fallan. ¿Pero cómo no van a fallar si les ha caído un marrón de la leche? Doce personas humanas que les obligan a estar ahí metidos, sin saberse las leyes y son los que tienen que decidir si el acusado es culpable o inocente. En las películas suele ir al final, justo antes de las letras esas que ponen durante 5 minutos y nos quedamos muy pocos en el cine para ver quién es el asistente del ayudante del segundo director. El caso es que tienes ahí a un juez con estudios, a los abogados, al fiscal y tienen que ponerse de acuerdo otras personas para dar un veredicto.  ¡Qué injusta en la justicia!

Ya sabemos quién hay en un juicio y algunas cosas que dicen, pero por si acaso te toca ir a un juicio, vamos a ver algunas expresiones que se utilizan en los juicios.

Con la venia: La venia no es una señora mayor, es pedir permiso al juez. Si por ejemplo quieres ir al baño en un juicio, tienes que decir con la venia señoría. Y él ya decide si puedes ir o no. No hace falta esperar al jurado.
Habeas corpus: Et cum spiritu tuo. ¡Perdón! Que a veces me lío con el latín. Quiere decir que tienes derecho a ser escuchado por la justicia y saber de qué se te acusa. En teoría es que no te pueden detener ilegalmente de ipso facto y dejarte de cubito supino in extremis, y requiescat in pace.
Dos años y un día: Podría pasar por una canción de Joaquín Sabina, pero no. Es que el juez es un cachondo y te pone una sentencia de cárcel de dos años y un día. Que seguro que es el día que a ti no te viene bien. Estás allí dos años, sales y luego tienes que volver otro día. Un miércoles que te parte la semana a lo mejor.
Ya te he presentado a la gente que hay en un juicio, pero no sabemos exactamente lo que han dicho o si el acusado es culpable o inocente.

Acogerse a la quinta enmienda: Es una forma fina que viene a ser que paso de contestar a las preguntas, pero con todo el respeto a su señoría (que es el juez).  En Estados Unidos te puedes acoger a esta enmienda. En España mejor que no lo hagas. No tenemos enmienda.
Acérquese al estrado: Seguimos con las formas educadas. En este caso es la forma que tiene el juez de decir ven pacá que te voy a decir un par de cosas, pero con respeto, como lo dicen ellos.

Se admite la protesta: Ya os avisé que en los juicios se protesta mucho. Todo el día metido ahí, al final tienes que mostrar tu disconformidad. Y protestan. Ahí ya está el juez para admitirlo o denegarlo. Y es que alguien tiene que poner orden.
Orden en la sala: ¿Os acordáis la forma que teníamos de pedir orden en el cole? “orden en la sala, que el burro va a hablar, el primero que hable, burro será”. En los juicios no lo puedes decir. Y tienes al juez con su maza pidiendo orden.
Receso: En vez de hacer pausas publicitarias, en los juicios tienen recesos para echarse un cigarrito o ir al baño… eso sí, con la venia. Y no me hagáis esperar que para eso soy juez, o jueza.
No hay más preguntas: De verdad os tengo que explicar esto? ¡Que ya está, que se acabao! No hay más preguntas, ni respuestas, ni nada. Tomamos un receso de una semana y volvemos con nuevas cosas y casos. 


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