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Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

Kojonen!

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En capítulos anteriores, o si preferís, previously, os conté que estoy estudiando alemán. Por el título podréis ver que voy avanzando. Ya sé que en alemán muchas palabras empiezan por K y terminan con en. También que ellos no utilizan los signos de exclamación o interrogación al principio. Hasta el final de la frase no sabes si están preguntando, si están exclamando, o qué… No, no miréis en Google. O como dirían en alemán, Googeln  nicht ! Kojonen no existe en alemán. No es que no sepan lo que es, que lo saben, pero ellos dicen Di Eier. Que son huevos. Pero no os voy a hablar de huevos, ni gallinas, ni cojones de pato, sino de mis avances con el alemán. Lass uns lassen! Que quiere decir vamos. Menos mal que Nadal no es alemán. Me disculpo de puta madre Además de buenos días, buenas tardes, hola y otras salutaciones, es importante saber disculparte. “Perdón, no hablo bien…”, “lo siento, no le he entendido”, “lamento decirle que habla usted muy malamente y no sé qué cojones quiere