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Mostrando las entradas etiquetadas como Cigarrito

Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

¿Vamos al cine?

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Ya os he comentado alguna vez que me gusta el cine. Mucho. Puedo ver tres películas del tirón y quedarme tan a gusto. Lo de entender ya es otra cosa, porque las películas que me gustan casi nunca tienen nada que ver con las más taquilleras, y muy pocas veces coincido con los críticos (cuando les leo y hago caso). Nunca he sido de los de ir al cine a para el rato (no, tampoco he frecuentado la fila de los mancos, pero esa es otra historia). Yo voy a ver La Película. A veces porque hay que verla en pantalla grande aunque sea un truño (caso Pocahontas disfrazada de pitufo gigante). Otras porque ya se de “antebrazo” que me van a gustar (casi siempre acierto… no tengo claro si soy un chico fácil o selectivo), otras porque le gusta a mi novia (normalmente coincidimos, pero ella es más de pelis de señores que pegan golpes o ciencia ficción).  No se vosotros, pero yo cada vez, tengo menos ganas de ir al cine y no es únicamente por el precio, que también. Sí, las salan están mucho

Sin orden y concierto

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Ya sé que la expresión es sin orden ni concierto, pero es que en el caso que os cuento esta semana no hay orden, pero sí concierto. Al menos había unos señores tocando. Cantar, lo que se dice cantar, poco y mal. Y es que eran los Hombres G.  Ahora viene la explicación. ¿Qué hacía yo viendo a estos señores? Pues eran las fiestas de mi pueblo (o ciudad, para que no se enfade nadie), y era una excusa para ver a amigos y tomarnos algo juntos. Excusas, dirás.  ¿No será que te gustan?  Pues no te diré que les odie, me parecieron divertidos en su momento y algún disco de ellos compré (todavía se compraba discos en aquella época), pero de ahí a decir que me gustan… Lo mejor de los Hombres G es que no se disfrazan de mamarrachos para tocar una guitarra. La voz del cantante no ha empeorado con los años (era muy difícil que fuera a peor. Canta menos que un espía ruso) y suenan bastante bien en directo. Nunca han ido de nada, y cumplen lo que proponen, hacer pasar un rato divertido.

Esas pequeñas cosas

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Además de una de mis canciones favoritas, el título del post viene a cuento de lo que voy a hablar. Son esas cosas que pueden no parecen importantes, pero que te alegran el día. Antes de que sigáis leyendo, aviso (no soy traidor). No voy a hablar de sexo (¿queda alguien leyendo?), y procuraré no ser demasiado escatológico (ahora sí que me he quedado solo).  Además lo del sexo, no es una cosa pequeña (sin entrar en el tamaño propiamente dicho que cada uno) y no sólo te alegra el día, sino que te alegra la vida.  Tampoco hay que tomárselo tan en serio como el amigo “Clin Isvuz”.  Es un poco más sádico en el tema de las alegrías. Para que sepáis de qué canción hablo, aquí os dejo el vídeo. Ya, ya sé que parece que Serrat va a soltar la guitarra y salir corriendo a perseguir a los malos en Miami, pero es que era 1987 y es la ropa que se llevaba en aquél entonces (¡Qué expresión tan viejuna). A algunos os parecerá que estas pequeñas cosas no son para tanto, y que soy muy si

Horror en el Supermercado

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Con el título no me refiero a las cajeras y cajeros del Día (bastante tienen con lo suyo y su, de sobra conocidos por todos, buen humor y amabilidad), sino a la sensación que tuve el otro día al hacer la compra. ¡Me habían cambiado por completo la distribución de todos los productos en el Supermercado.  Yo que siempre hago el mismo recorrido (da igual lo que necesite) para que no se me olvide lo que debo comprar.  Ya nada era lo mismo. Mi vida no tenía sentido. Me sentía más perdido que “Charton Jeston” al final de El Planeta de los Simios.  ¿Dónde están los “yugures”? ¿”Ande” andan los embutidos! Pensaréis que estoy exagerando, y lleváis razón, pero hay que darle un poco de emoción a la cosa. Estaban remodelando el centro al que suelo ir a comprar. Permitidme que obvie el nombre del supermercado para no hacerles publicidad gratis, pero es un sitio que cada vez que lo decimos, los gabachos se descojonan por nuestra pronunciación. Amigos franceses, el nombre se lo habéis puesto

Eurorisión 2013

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Tengo que confesar que nunca he sido un fan de Eurovisión. Total, no es más que un montón de gente cantando en diferentes idiomas y luego unos señores nombrando países y dando votos… a otros países (a España no le votan ni los Españoles por el Mundo). Entiendo que haya gente que le guste y a veces, hasta me lo he tragado entero (no nos quedaba otra hace unos años). Aunque pensándolo fríamente, no es tan diferente a Operación Triunfo aunque resumido (tampoco es mi programa preferido). Todo en 3 horas y picadito, en vez de tragarte mil programas para que al final no gane el que tú quieres (Es un decir. Me da bastante igual quién gane).  En OT también había algunos extranjeros, o yo al menos, no pillaba lo que decían. ¿O tú entendías a Rosa de España cuando hablaba?  ¿Qué quiere decir Poyeya?  Luego venía la parte de los votos, aunque en Eurovisión no les ponen a parir en directo (ya lo hace más gente por Twitter) y más tarde el tema de los votos a través del teléfono, SMS o envi

Light painting o cómo hacer fotos a las piedras

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Mi amigo Jose Miguel (que conste que tengo más amigos, pero éste es de los “güenos” güenos) me llamó hace unos días para salir a hacer Light painting. Mi primera reacción fue ¡Bién, vamos a ver chavalas pintadas y en pelotas! (podría haber habido chavales, pero no es lo primero que se me vino a la cabeza), y yo dije que vale, que sí, que me apuntaba. Resulta que eso es body painting y lo de pintar con la luz es distinto. Se trata de hacer fotos pintando con luz objetos inanimados. Conozco a alguna persona que podría cumplir con la definición, ni tocándoles la lotería cambian el gesto, ni se animan, pero esos ya tienen bastante con lo suyo.  Aquí tenéis algunos ejemplos de light painting. A lo que vamos. A mí me gusta mucho la fotografía y suelo hacer muy buenas fotos (esto no es verdad. Y los que penséis que os salen fotos cojonudas en Instagram también os estáis engañando). Sólo soy un fotógrafo muy aficionado (esto no quiere decir que sea bueno, sino que soy todo l