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Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

Todos los días deberían ser el día de dar las gracias

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Dentro de poco los estadounidenses celebran el día de dar las gracias. Ellos lo llaman Thanksgiving. Giving es gracias y thanks, de nada (ya verás cómo viene alguien a decirme que estoy equivocado). Es una comida en la que se juntan todos a la mesa a comerse un pavo relleno de más pavo y bendicen la mesa y el pavo y se pasan la mermelada de arándanos y las mazorcas de maíz y se dan abrazos de medio lado. En otros países también somos de dar las gracias, pero no nos comemos un pavo. Y como dicen que es de bien nacidos el ser agradecidos yo voy a dedicar este post a dar las gracias. A cosas y cosos, y personas y personos. Sin tener que hacer sufrir a ningún bicho, ni a un pavo, ni al arándano, ni a los abrazos de medio lado. Vamos a dar las gracias a:

Entender a los hombres es fácil, si les comprendes

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La gente con estudios dice que los hombres son muy fáciles de comprender. Que somos muy básicos, sobre todo comparados con las mujeres. Sencillos. Como un billete de metro. Probablemente sea verdad y los estudiosos tengan razón. Para eso se han pasado años leyendo libros, y pasando apuntes a limpio con sus bolis bic cristal, que escribe normal, y apuntando en libretas en blanco sus cosas, sin torcerse ni nada. No voy a ejercer de cuñado diciendo que se aparten esos señores y que ya voy yo a explicaros cómo funcionan los hombres. Lo que os quiero demostrar es que nosotros, los señores, los que comemos naranjitas y limones (achupé), también tenemos nuestras cosas y no somos tan simples como parecemos. Que tenemos nuestros misterios y cosas que son difíciles de comprender. Bienvenidos a la nave del misterio. Desmontando la sencillez de los hombres.

Ven a la escuela de calor

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¿Os acordáis de la canción de Radio Futura? Tiene que estar bien lo de ir a una piscina privada en la que las chicas desnudan sus cuerpos al sol. ¡Hace falta valor! Pues ahora que estoy en el país donde fabrican la lluvia, también puedo decir que aquí también se está agustito. No os engaño ni me ha patrocinado el post la Oficina de Turismo de Irlanda. ¡Estamos a 26 grados y hay sol! Y dicen que por Inglaterra hay una “jit güeif”, que es ola de calor, pero ellos como son más sofisticados, lo dicen así. Pero aquí no hay piscinas privadas, y si las hubiera o hubiese, serían climatizadas porque para utilizarlas un par de veces al año, no te vas a gastar la pasta en fruslerías (palabra casi tan bonita como bagatela, amén de sinónima).  Ni las chicas desnudan sus cuerpos al sol. Se ponen bikini y ese color níveo (nada de publicidad, es una forma de decir blanco, que os lo tengo que decir todo), pasa en cuestión de horas a color codillo. ¿Queréis saber más cosas sobre el calo