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Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

¡Medalla de oro en brikindans!

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Plata en crusaíto, bronce en Maiquelyason y diploma en Robocop. En las Olimpiadas de 2024 de París podemos mandar a señores y señoras a hacer la croqueta, el pino sin manos y molinetes infinitos (es posible que el nombre de los pasos no sea el correcto). Todo ello al ritmo de los acordes de bellas tonadas. Si todavía no somos expertos en el bonito arte del Break Dance, lo seremos. Si nos piden que seamos los jueces, lo somos, y además los mejores. Eso sí, que nos den también el martillo para hacer ruido. Como os iba diciendo, en 2024 el Breakdance será deporte olímpico. Total, los señores que bailan ya llevan el chándal puesto. Como la mitad de la población en un fin de semana, pero estos, además, de bajar a por el pan, también bailan. Es probable que los bailarines, bailaores, bailolaris…, los que hacen breakdance, también compren pan… pero eso es otra historia. Lo que sí que hacen es la croqueta. Y de eso quería hablaros en el post de hoy. De las medallas olímpicas, croquetas, lo

Cantimploras, riñoneras, fósforos y otras cosas del salón en el ángulo oscuro, de sus dueños tal vez olvidadas

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Un poema de Bécquer, el del tenis no, el otro, el de los billetes de 100 pesetas, comenzaba tal que así: “Del salón en el ángulo oscuro, de su dueño tal vez olvidada, silenciosa y cubierta de polvo, veíase el arpa”. Básicamente venía a decir, de forma muy poética (es lo que tienen los poemas) que el dueño del arpa pasaba de tocarla. Y es que si fuera una guitara, todavía, que tiene 6 cuerdas y no pesa demasiado. ¿Pero el arpa? Que tiene 4000 cuerdas (tirando por lo bajo) y es más pesada que un cuñado borracho. Pues se te quitan las ganas. Y es que hay cosas que las coges con mucha ilusión (a lo mejor lo del arpa no es un buen ejemplo), pero luego ya te vas olvidando de ellas y no las vuelves a usar. Quieres ejemplos? Pues vamos allá:

Restaurantes y Navidad (II)

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Me llena de orgullo y satisfacción poder decir de nuevo lo de “ priviusly on” Un Cigarrito . Pues eso, que en el capítulo anterior os hablaba de los diferentes lugares para celebrar los eventos propios de estas fechas señaladas. ¿Por cierto, conocéis alguna fecha que no lo sea? Un suponer. Digamos que una señora marca en el calendario el día que tiene cita en el médico. Por ejemplo, el 4 de mayo. ¿Eso lo convierte en una fecha señalada? A lo que vamos. En la primera parte señalábamos (soy el cubo de la risa J ) tres tipos de restaurantes. A saber: chino, los baretos baratos de toda la vida y los caros que se dividían en marisquerías, asadores y mesones. Después llegaron los restaurantes temáticos y la cocina de autor. Y aquí va la explicación de cada uno. Los temáticos son los que además de comida, y muy parecida que en el resto de sitios, ponen “tontás” alrededor. Que si suben la música para que parezca que estás en un garito, o disfrazan a los camareros, decoran la sal