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Mostrando las entradas etiquetadas como Houston

Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

Grand Cañón o el Canyon del Colorado

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Antes de nada, perdonen las disculpas. Me he tomado un par de semanas de descanso del blog y ya de paso, os he dejado descansar a vosotros también. Ha sido una semanita de viaje de Zúrich a Castellón, de ahí a Madrid, vuelta a Castellón y regreso a Zúrich. Unos 3000 kilómetros de coche. 1864 millas. Ríete tú de Indianápolis (si no habéis estado allí, hay pocas cosas para reírte en Indianápolis… lo más divertido es dar 500 mil millones de vueltas a un circuito de coches). Y hablando de coches, viajes y de Estados Unidos… Notaréis que últimamente casi nadie habla de los United (o no tan United) States of America. Como diría un actor porno, “este hueco hay que cubrirlo”. Y aquí me tenéis, hablando de un viaje en coche por Estados Unidos. No por todos los Estados. Sólo por uno. Como habréis podido deducir por el título, os voy a contar mi viaje al Gran Cañón del Colorado. Que ni es un cañón de los de las balas, ni está en Colorado. Al menos, el Parque Natural no está allí, sino en Ar

Atrapado en el descensor

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El mundo está dividido en dos clases de personas. 1.- A las que les pasa de todo y encima lo cuentan y 2.- El resto. No es que al resto no les pase nada. Es que se callan como meretrices (me parecía muy fuerte poner putas en el primer párrafo).  Siempre he pensado que soy de los primeros. Sin llegar a vender mi vida a Jorge Javier Vázquez, sí que suelo contar las cosas que me pasan y a veces, las que me imagino mientras me suceden. Dicen que si no eres capaz de reírte de ti mismo, buena sombra te cobija y no le mires el diente… Es algo parecido, pero a lo mejor, tengo que repasar los refranes. El caso es que creo que a todo el mundo le pasan cosas extrañas. Otra cosa es que las contemos. ¿Quién no ha perdido la llave del hotel y ha tenido que recorrer el pasillo de 300 metros completamente desnudo? Vale, puede que  solo me ha pasado a mí, pero… Como me decía mi “seño” en el cole. ¿Por qué no lo compartes con el resto de la clase para que nos riamos todos? Pues vamos al