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Mostrando las entradas etiquetadas como Chuck Norris

Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

¿Jura decir la verdad? ¿Puedo pedir el comodín de la llamada?

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Nunca me han preguntado si juro decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. La verdad (qué facilidad de palabra ¿eh?) es que no sabría muy bien qué contestar. Y eso que yo no soy muy mentiroso. Lo normal. Ni tanto como un político en campaña, ni tan poco como un niño borracho (igual la frase es diferente, pero es algo de niños y borrachos y decir la verdad). Y es que todo el mundo miente. Pocas o muchas veces, pero todos lo hacemos. Pueden ser mentiras piadosas o, de las de ir al infierno de cabeza. Todos. Los niños que no han bebido, las señoras mayores con cara de buenas personas (Paul McCartney incluido), los de izquierdas, de derechas, los altos, los bajos y los que beben Coca-Cola.  Para que no creas que te engaño, te voy a poner algunos ejemplos. Vamos allá con las Edades del Hombre, de la Mujer y las mentiras...  

El avión: tragicomedia en tres actos. Primera parte

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Hace ya tiempo os contaba en el blog los tipos de gente que podías encontrarte en un avión . Me encantaría haceros un resumen, pero, mejor lo leéis, que os estoy acostumbrando muy mal y os estáis volviendo unos señoritos. Esta semana os cuento algunas de las cosas que pueden pasarte viajando en avión. Y lo voy a dividir en tres actos. ¿Por qué en 3 actos? Me parece que pasan muchas cosas antes de subir al avión (casi más que dentro del avión), y luego durante el vuelo y a la llegada al aeropuerto. ¿Por qué no lo divido en más actos? ¿No están siendo demasiadas preguntas? ¿Os digo yo a vosotros cómo tenéis que hacer las cosas? Pues ya está, que además de señoritos, sois un poco preguntones. Vamos allá, antes de que sigáis con el examen… ¿A que soy buen actor y parece que me he enfadado?… Mejor no contestéis J

No hay peros que valgan… o sí

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¿Os habéis fijado en la palabra pero? Seguro que no demasiado. Es una palabra corta, con dos vocales y dos consonantes. Si cambiamos las vocales, podemos formar muchísimas palabras.  (Ya os estoy viendo: para, paro, piro, puro, poro, pera y así hasta… un huevo…), y ya no sería la misma palabra. Si ya cambiamos las consonantes es otra cosa. No me toques las consonantes que me conozco. A pesar de ser una de las palabras más utilizadas, no está bien vista. De hecho, fijaos en el título. No hay peros que valgan . ¿Cómo que no valen los peros? Sirven para un montón de cosas, incluso es una palabra que anula todo lo que vaya antes que ella. Es una persona buena, honrada, amigo de sus amigos, pero…. Pues bien, el jodío pero ya ha anulado lo anterior. Sí, es una persona buena, pero, no sé yo… Tiene sus cosas. Es honrado pero a veces no se nota… y no será tan amigo de sus amigos cuando hay un pero… Hay gente que dice que todo lo que va detrás de la palabra pero, no cuenta. ¡

Nadie es perfecto… y tú menos

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Lo de que nadie es perfecto, creo que lo tenemos claro. Puedes ser muy inteligente, pero no saber relacionarte con la gente, tener un cuerpo 10, pero una cara que no progresa adecuadamente (el famoso efecto gamba )… Ya lo decían en la escena final de Con Faldas y a lo Loco. Si no la habéis visto (al infierno vais a ir), tampoco os estoy destripando nada aunque veáis el vídeo de abajo.   Ni siquiera Chuck Norris es perfecto. En la imagen (cartel de una tienda de deportes de Irlanda), se arriesgan diciendo que Chuck Norris no puede jugar en un equipo de rugby femenino (no estaría yo tan seguro, él   puede hacer lo que quiera y cuando quiera). Por si aún queda alguien que no le conoce, este señor se ha leído todo Internet entero dos veces a través de un “gualki talki” y ni siquiera Google es capaz de encontrarle.  El primer paso, lo tenemos superado. Nadie es perfecto está claro (si piensas que alguien lo es, es que todavía no le conoces suficiente), pero he añadido en el