Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

No me saludes, que no te veo

Para los jovenzuelos hay que explicar que hace unos años se estrenó una película que en España se titulaba No me chilles que no te veo. Digo en España porque en otros países era sordos, ciegos y locos.


El otro día escuchaba en la radio una noticia sobre una… Mejor que lo leáis vosotros mismos.


Podría parar aquí y no escribir nada más. No hace falta. Pero hay cosas que no se pueden evitar. Allá vamos.
Preguntas inevitables que no puedo evitar
  • ¿No era más fácil fingir ser sorda?
  • ¿Qué clase de vecinos tenía esa mujer que no eran nada “saludables”?
  • ¿No le contó nadie que los ciegos oyen?
  • ¿Nadie se dio cuenta de que veía? ¿No tenía amigos ni familiares?
  • ¿No sospechó nadie de una persona que no pisó un charco en 28 años siendo ciega? ¿Y aunque no seas ciega? 


No estás sola

Que no es la primera persona ni la última que finge una enfermedad, todos conocemos al que tenía gripe cuando había exámenes, al que se le moría un abuelo para no ir a trabajar, o el que le surgía un viaje para no quedar a comer con los padres de ella… 


Excusas sin fronteras

El mundo de las excusas no tiene fronteras, los perros extranjeros también se comen los deberes de los niños chinos, accidentes de tráfico en el Polo Norte evitan que llegues a tiempo (en el sur también), enfermedades que vienen cuando menos te lo esperas… (hay enfermedades que llegan cuando más las necesitas)


¡Qué rabia! No puedo hacer gimnasia

Todos teníamos aquel compañero de clase que no podía hacer gimnasia por cualquier motivo. Tenía asma, o las piernas no le llegaban al suelo y no podía saltar, odiaba saltar el potro y el médico le había prohibido acercarse a los animales… Cualquier cosa era buena para saltarse la clase. Pues ese mismo ahora es el campeón del Ultramaratón Challenge Superman Advanced Premium (no sigo que ya habréis pillado la idea), y recorre el mundo trota que te trota, y nada 50 kilómetros y va en bici del Polo Sur al Norte y es siete veces más fuerte que tú y veloz… y siempre está de buen humor. 


Estoy muy malito

Siempre enferman cuando hay que hacer algo que no les gusta. Y tosen, y tienen una fiebre altísima (más de 50 grados centrífugos) y vuelven a toser, y les entran escalofríos. Suele coincidir con exámenes, visitas familiares, salir con gente, reuniones de vecinos… Si al final era buena idea lo de ser ciego…


¡Siéntese por favor!

En el metro hay gente que finge estar embarazada (ser hombre y tener la barba más poblada que China e India no es motivo para que no te cedan el sitio). Otros se echan años encima para que les dejen sentarse, o les entra una cojera transitoria….



¡Qué cojera más tonta!

¿Quién no ha fingido una cojera alguna vez? Los futbolistas lo hacen para justificar que han fallado un penalti, los atletas para no ganar una carrera, no ir a clase de gimnasia, no salir a correr con el vecino runner… El caso es que no puedo andar, imposible, ¡Qué rabia!


¿Qué? ¡¡No te oigo!!

Lo que viene siendo hacerse el sueco. Nada, que no oigo. Y mira que pongo atención a lo que me dicen, pero nada. Imposible. La sordera puede curarse si comienzan a insultarte… o cuentan algo que te interesa de verdad.


Más abuelos que en una residencia

¿No conoces a gente que ha ido a los entierros de sus cuarenta abuelas, sus 120 tías, y tiene primos en el pueblo que tienen menos suerte que la familia Kennedy? Y no falta a ninguna misa, ni entierro, funerales o lo que haga falta para justificar que no puede hacer otra cosa… Y claro, no les puedes pedir el justificante porque queda mal, pero cuando ya es el quinto abuelo que se le muere en un mes, comienzas a sospechar.


Acompañar al médico

No irías al médico para ti en la vida, pero eso sí, puedes ir con tu vecino que se ha puesto muy malito, o con tu abuelo (el que falleció hace poco) y parece que va algo mejor pero tiene una revisión, o vas con tu hijo el pequeño. Todo muy normal si no fuera porque no tienes hijo pequeño… ni mayor.


Hay muchas más excusas que utilizar cuando necesitas librarte de algo. A lo mejor no hace falta ir tan  lejos como la señora que odiaba a sus vecinos Probablemente hubiera sido más fácil cambiar de piso, y de vecinos, o hacerse la sorda… Mejor no damos ideas, ahora que sabemos que nos puede leer.




 Basta de excusas :-)  


Comentarios

  1. Si. El disimular para no saludar según a quién es un arte, o una artimaña? Leamos con atención.

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