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Mostrando entradas de noviembre, 2015

Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

Cantimploras, riñoneras, fósforos y otras cosas del salón en el ángulo oscuro, de sus dueños tal vez olvidadas

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Un poema de Bécquer, el del tenis no, el otro, el de los billetes de 100 pesetas, comenzaba tal que así: “Del salón en el ángulo oscuro, de su dueño tal vez olvidada, silenciosa y cubierta de polvo, veíase el arpa”. Básicamente venía a decir, de forma muy poética (es lo que tienen los poemas) que el dueño del arpa pasaba de tocarla. Y es que si fuera una guitara, todavía, que tiene 6 cuerdas y no pesa demasiado. ¿Pero el arpa? Que tiene 4000 cuerdas (tirando por lo bajo) y es más pesada que un cuñado borracho. Pues se te quitan las ganas. Y es que hay cosas que las coges con mucha ilusión (a lo mejor lo del arpa no es un buen ejemplo), pero luego ya te vas olvidando de ellas y no las vuelves a usar. Quieres ejemplos? Pues vamos allá:

Soy pía, espía y otras 007 cosas del señor Bond

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Pues parece ser que el otro día os gustó el tema de las críticas de cine y estaba yo dudando entre contar cosas sobre la peli de un señor que se dejaron olvidado en Marte (que ya está lejos para dejarse a nadie) o la última de Pon, Chim Pon. Y he hecho una votación ante un notario (elegido al “azahar”), y sin que se diera cuenta él (el notario, para no tener que pagarle nada), y ha salido que voy a escribir sobre las películas de Bond, James Bond. Los marcianos tendrán que esperar un poco. Vamos con cosas de espías:

Todos los días deberían ser el día de dar las gracias

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Dentro de poco los estadounidenses celebran el día de dar las gracias. Ellos lo llaman Thanksgiving. Giving es gracias y thanks, de nada (ya verás cómo viene alguien a decirme que estoy equivocado). Es una comida en la que se juntan todos a la mesa a comerse un pavo relleno de más pavo y bendicen la mesa y el pavo y se pasan la mermelada de arándanos y las mazorcas de maíz y se dan abrazos de medio lado. En otros países también somos de dar las gracias, pero no nos comemos un pavo. Y como dicen que es de bien nacidos el ser agradecidos yo voy a dedicar este post a dar las gracias. A cosas y cosos, y personas y personos. Sin tener que hacer sufrir a ningún bicho, ni a un pavo, ni al arándano, ni a los abrazos de medio lado. Vamos a dar las gracias a:

10 ejemplos de críticas de cine si no las escribiera un crítico de cine.

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A veces, cuando me pongo a pensar sobre qué escribir en el blog, se me ocurren muchas cosas. Luego me doy cuenta de que alguien ya ha escrito sobre ello, y el cabrón o cabrona lo ha hecho mejor. Otras veces tengo una idea y cuando llevo un buen rato escribiendo, me digo “pero si de esto ya he hecho un post”. Y otras veces, directamente no pienso. Esta vez voy a escribir sobre cosas que ya se han escrito. Pero vamos a hacerlo de otra manera. Y os explico por qué. Pues “resultadeque” estaba leyendo una crítica de una película y no terminé de entender si me estaban recomendando verla, si era muy mala, o me comprara un Opel Corsa. No comprendí nada. Yo creo que los críticos de cine, como escriben a oscuras en la sala de cine, pues luego no entienden lo que han puesto y tienen que inventar, y de ahí lo de “la levedad inescrutable del personaje tiene connotaciones que nos recuerdan el sufrimiento crónico de la sociedad en un ambiente que recela de todo…” Y ahí estás tú l