Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

Esas pequeñas cosas

Además de una de mis canciones favoritas, el título del post viene a cuento de lo que voy a hablar. Son esas cosas que pueden no parecen importantes, pero que te alegran el día. Antes de que sigáis leyendo, aviso (no soy traidor). No voy a hablar de sexo (¿queda alguien leyendo?), y procuraré no ser demasiado escatológico (ahora sí que me he quedado solo).  Además lo del sexo, no es una cosa pequeña (sin entrar en el tamaño propiamente dicho que cada uno) y no sólo te alegra el día, sino que te alegra la vida.  Tampoco hay que tomárselo tan en serio como el amigo “Clin Isvuz”.  Es un poco más sádico en el tema de las alegrías.


Para que sepáis de qué canción hablo, aquí os dejo el vídeo. Ya, ya sé que parece que Serrat va a soltar la guitarra y salir corriendo a perseguir a los malos en Miami, pero es que era 1987 y es la ropa que se llevaba en aquél entonces (¡Qué expresión tan viejuna).


A algunos os parecerá que estas pequeñas cosas no son para tanto, y que soy muy simple por alegrarme con ellas, pero es que soy hombre. No hace falta mucho para hacernos feliz. Con darnos de comer, no hacer demasiadas preguntas, dejarnos dormir y en general, no molestar, ya está. Aquí os dejo otras cosas que, al menos a mí, me alegran el día. Y como no soy supersticioso, os dejo las 13 que se me han ocurrido.

Si te levantas y no te duele nada
Seguro que habréis oído que a partir de los 40 si no te duele nada, es que estás muerto. Como dicen cuando no tienes dinero, lo importante es la salud… Lo malo es que dentro de poco, te va a hacer falta tener pasta para tener salud (Y hasta aquí, mi crítica al gobierno, intentaré que no me jodan el día hoy).


Aparcar a la primera
No, no me refiero a aparcar bien a la primera (que en algunos casos, es motivo de celebración), sino a encontrar un aparcamiento. Y ya, si es gratis, puedes miel sobre hojuelas (¿Qué cojones son las hojuelas?). Prueba a meterte en Madrid con el coche y si a la media hora de intentarlo, has encontrado aparcamiento, es tu día de suerte. Eso sí, no juegues a la lotería, ni eches la quiniela, has agotado el cupo por hoy. Y no, no cantes victoria hasta que vuelvas a por el coche. Puede que un amable agente del orden, o esos capullos y capullas con chaleco verde (no, no son los suplentes de la selección española calentando) no te han puesto un papelito en el parabrisas del coche. (Aviso, quitarle el limpia al coche, no te va a evitar la multa, ni poner cienes y cienes de tickets para confundirles).


Correo recibido
¿No os ha pasado nunca que recibís un correo larguísimo sólo para decirte al final que está todo correcto, que no tienes que hacer nada más y que muchas gracias?  ¿Por qué no empezarán por ahí? Cuando te llega ese correo, lo tienes que leer mil veces para ver si lo has entendido bien, y después, llamas para preguntar y asegurarte que está todo correcto. ¿Pero de verdad que no tengo que hacer nada más? Y cuando te lo confirman, sólo en ese momento, es como encontrarte en tu baño a Charlize Theron pidiéndote (en perfecto castellano, no vaya a ser que te confunda el idioma), que le enjabones la espalda… sigues sin creértelo.
         


¡Prueba superada!
Creo que no soy nada envidioso (a no ser que sea a ti al que se le aparezca la señorita Theron en el baño), y me alegro cuando alguien gana un premio. Donde sea, en la tele, en el trabajo (ahí te dan pocos premios, está la cosa tan jodida que el premio es tenerlo, y si te pagan bien, ya es la leche).  A lo que voy, que me hace ilusión ver a alguien feliz en la tele (no, no me refiero al señor González Pons o a Montoro sonriendo).


Momento libro
¿No os hace ilusión poneros a leer ese libro que os ha enganchado?  Hay un momento con cualquier libro en el que dudas, no sé yo, no está tan bien… Hasta que te metes en la historia y no puedes dejar de leer, y volver a retomarlo es una de esas pequeñas cosas que te alegran la vida. Lo peor es terminarlo, es como decir adiós a un amigo (creo que tengo que dejar de beber Mimosín). 

Esos domingos
Te has levantado tarde, no tienes ganas de hacer nada, pones la tele para ver si hay algo que merezca la pena (como tantas otras millones de veces que lo intentas), pero esta vez sí. Están poniendo la película que has visto cien veces, que te sabes los diálogos, cada gesto de los actores, pero te da igual. La vuelves a ver. Y sonríes como cuando Montoro dice que no van a subir los impuestos).

¿Nuevo capítulo?
Cada vez veo menos la tele. Me refiero a la convencional. Sin embargo, estoy enganchado a varias series a la vez.  Mi nombre es Javier, y soy adicto a las series. Ojo, no a todas, me faltarían horas al día para ver todas las que me gustan. Hay que elegir, y los días en los que sé que hay un nuevo capítulo, soy más feliz que Messi regateando adversarios (que cada uno elija el adversario al que me refiero).


¿Y este billete de 10?
Esos días en los que refresca y te pones la rebeca (haciendo caso a tu madre), y te encuentras un billete de 5 o de 10 euros. ¿No te da alegría?  Hombre, claro que es mucho mejor uno de 500, pero es que tú no eres político y no hay sobres para todos. Las monedas también molan, pero a no ser que te encuentres el cofre del tesoro (y no los suelen llevar en los bolsillos del pantalón), no es igual. Aunque dinero, “tié que haber”, como veis en el vídeo (con la colaboración especial de mi amiga Pilar).


¿Ya?
¿Estás agobiado? ¿No te da tiempo a hacer todo lo que tienes que hacer? Ponte a hacerlo, ¡Coño ya!  Ya verás como el tiempo que pierdes en preocuparte, lo puedes dedicar a hacerlo. Y lo haces, y antes de lo que esperabas.  ¿Ya te sientes mejor? Pues eso. Esto que parece un manual de autoayuda, a veces funciona.  Recuerdo una vez que me pedí un día libre en el trabajo para hacer mil gestiones, a las 10 de la mañana ya estaban hechas. Y lo bien que te sientes, cuando ya no tienes que hacer nada.

Ummmm ¡Qué bien huele!
Vas a comer a casa de tus padres, o de tus suegros, y te encuentras que ponen tu comida preferida. Ni aunque estuviera Charlize Theron con sus 20 hermanas gemelas en la ducha (¿si son 20 también serían gemelas?) te levantarías. Es de mala educación levantarse de la mesa.  

Respect
Vas en el coche, intentando aparcar, y suena esa canción de Aretha Franklin que te encanta. Y no sólo la cantas, la berreas (con tu inglés), la bailas, y eres feliz…. Hasta que te das cuenta que han subido un vídeo al “Llutú”, pero da igual.  Ya no me pueden quitar lo “bailao” (¿Quién cojones te puede quitar lo bailao?)


¡Ya lo tengo!
Llevas dos horas intentando recordar el nombre de un actor, o de una película… lo que sea. Le das más vueltas a la cabeza que la niña del Exorcista. Desistes y al poco tiempo te viene el nombre. Ya os he dicho que soy muy simple, pero te da una alegría del copón. Y sin mirar en la “Interné” ni nada.

¡Coño Manolo!
Vas por la calle y crees reconocer a un amigo que hace tiempo que no ves.  Miras, remiras, te limpias las gafas y ¡Coño, pero si es Manolo!  ¡Qué alegría hombre! Lo malo es que el tal Manolo lleve el mismo tiempo intentando esconderse para que no le reconozcas… ¡Que hubiera sido más rápido!


Por supuesto que hay muchísimas cosas más que me hacen feliz, pero ya os dije que no iba a hablar de sexo… Os dejo que parece que oigo el ruido de la ducha... 

Comentarios

  1. Bueno, y para evitar que se te escapen los supersticiosos, vamos con el número 14: Ese momento por la mañana, que te despiertas pensando que te has dormido y llegas tarde al trabajo, y entonces te das cuenta que es sábado... ahhhh orgasmo múltiple por poder dormir una horita o dos más.

    Lástima que este pequeño momento para muchos haya pasado a ser un mito y todos los días sean sábado, bueno, no sábado, pero ya me entendeis.

    Me voy a poner este post en favoritos para rememorar estos momentitos :)

    Abrazo!!

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  2. Bien, pues ahí va el 15º.
    Esa noche de verano que, preparada para ver una peli buena del copón --zapatillas, cafecito solo con azúcar y mucho hielo, niños con la abuela o la play (son casi iguales)-- recuerdas que olvidaste comprar tu dulce preferido --ensaimada mallorquina rebosante de nata-- y, en ese momento, aparece tu marido y, con las manos escondidas tras la espalda, te dice con gesto de pillo de colegio "¿y cómo se llama el maravilloso marido que ha ido hasta La Mallorquina para homenajear a su chica?". Y tú solo puedes babear su nombre, olvidada hasta de la peli.
    ¿A que sí, Javier?
    Besotes,
    Isabel Blas

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    Respuestas
    1. Qué buena es esa, pero es que no tengo marido y no conozco la sensación ;)

      Besos

      Javier

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  3. Un articulo muy divertido. Me ha gustado mucho leerte! Enhorabuena por el blog.

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  4. Me has hecho pasar un buen momento. Aquí estoy, en mis colchones de muelles sin poder levantarme :-)

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