Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

Yo también corrí detrás de los grises

Muchos pensaréis que me equivocado y que la frase es correr delante de los grises y no detrás. Suelo confundir izquierda y derecha, no sólo en las direcciones, también me pasa en política y cada vez más, pero no confundo delante y detrás, a menos que sea en inglés, y el pollo es casi siempre mayúsculo entre before y after.

Otros podéis creer que soy tan viejuno que llegué a hacer footing (que palabra tan horrible) con aquel cuerpo de policía tan simpático que se creó en la época de Franco tras la guerra civil y que fue sustituida por la Policía Nacional en 1978 (como molas, Wikipedia :-) ) y siempre iba el último en las carreras de entrenamiento.  Algunos,  de todo hay en la viña del señor, diréis: “¿Grises? Seguro que era un grupo yeyé que iban de teloneros de los Pekenikes”.

Para que véais que me documento, hasta para escribir chorradas, también he visto que se llama grises a los extraterrestres de Rosswell y Zetas reticulianos (que también hay etiquetas para los marcianos).

A lo que iba, yo corrí detrás de los grises. En realidad empezaba corriendo delante, pero pasaban delante de mí, para pegar a los más mayores.  Me explico.   Allá por el 73 o 74, en mi tierna infancia, con 5 o 6 años, yo vivía en Carabanchel, muy cerquita de General Ricardos y la Avenida de Oporto y cada dos por tres pasaban los grises a repartir hostias como panes de pueblo a los pocos que se atrevían a protestar o hacer cualquier demostración de oposición al régimen de Franco, o simplemente les parecía que tenían cara de sospechosos.  Yo veía a los hermanos mayores de mis amigos correr (y a gran velocidad a pesar de aquellos pantalones de campana),  y nosotros, los pequeños, imitábamos a los demás.  Lo recuerdo más como un juego, porque nunca recibimos palos por parte de los grises (seguramente porque éramos tan bajitos que no llegaban a darnos).  Aun así, todo lo que tuviera que ver con uniformes nos daba bastante miedo. Policía, guardia civil, guardias urbanos, árbitros, jugadores del Real Madrid… (siendo del Atleti, todavía sigo teniendo miedo a los del Madrid :-))

Con el paso de los años, aquel miedo se nos ha ido pasando, o al menos a mí, y creo que hemos llegado a, quizá siguiendo con mi inocencia, tenerles un respeto y pensar que están para protegernos.  Ahora que vuelven momentos de descontento, protestas sindicales, estudiantiles y de la población en general por la crisis, sus motivos y consecuencias, espero que también la policía y en general, que bonita es esta expresión, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, también lo tengan claro y estén ahí para velar por la seguridad de todos y no sólo a los que mandan.  Y que no haya nadie corriendo detrás o delante de otros.  

Comentarios

  1. Me mola tu memoria.. como te llevo unos añitos pensé que solo yo en la familia se acordaba de eso.
    Y me mola el post. Bss.

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    1. En la familia hay gente más mayor que nosotros ;), pero sólo se acuerdan de lo malo. Nosotros somos un poco más positivos.

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  2. Yo en aquellos años vivía en la C/Luna, en pleno centro de Madrid, junto a la Gran Vía. Recuerdo las manifestaciones ilegales que pasaban por la calle y que veíamos desde el balcón, a las que inevitablemente seguían los grises repartiendo caña. Y me recuerdo a mi hermana y a mí corriendo de un balcón a otro de la casa y cantando las consignas que decían: ¡Amnistía! ¡Libertad! No teníamos ni idea de lo que significaban esas palabras, pero las repetíamos con el mismo ritmo que ellos y caminabamos por el pasillo, como desfilando, cantando contentos. Mi madre nos miraba aterrorizada de que nos escuchara algún vecino y nos pedía que callaramos. Mi padre, con una sonrilla cómplice, no decía nada.

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  3. @Suave: Algo de memoria tengo, y por suerte, casi siempre me acuerdo de lo bueno
    @Nacho: Yo tenía a mi abuela diciendo que teníamos que estar muy calladitos y que mejor no dijéramos nada. Siempre tenía miedo de todo. Bonita historia Nacho!

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  4. Desgraciadamente la gente vuelve a correr detrás de los CCFFSE... personalmente creo que prácticamente nadie les respeta; eso sí, a la hora del "dónde está mi radiocassette y el c***** que me ha reventado el coche?" o peores, bien que nos acordamos de Santa Bárbara (bueno, que eso es sólo para Artillería; también de la Virgen del Pilar en el caso de la Guardia Civil, o de los Ángeles Custodios, en caso de la Policía Nacional...)

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  5. Aunque las circunstancias no eran las mismas, a mí me paró una reflexión que leí una vez de Pasolini (el cineasta). Cuando Mayo del 68 estaba en ebullición, dijo algo como "Los auténticos trabajadores son los policías, que en algo tienen que currar para llegar a fin de mes, mientras que los que tiran adoquines son unos pijos niños de papá que juegan a ser rebeldes"

    Visto como nos ha ido, no le faltaba razón en buena parte

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